SEÑALES DE LOS TIEMPOS

Por
Tony Alamo

Tomé el nombre de Tony Alamo muchos años atrás como cantante profesional. En ese tiempo, los italianos todos estaban logrando éxito como cantantes melódicos. (Si la moda pasajera hubiera sido cantantes orientales, entonces mi nombre probablemente sería Yak Sukiyaki.) Fui nacido Bernie LaZar Hoffman; soy judío. Mi familia no eran personas particularmente religiosas. Mi padre, un inmigrante de Rumanía, conservó algo de la tradición judía cuando éramos muy jóvenes, pero en la parte del estado donde me crié, habían muy pocos judíos. Continuamente nos advertían que no dijéramos que éramos judíos; que dijéramos en la escuela que éramos rumanos. Mi madre y padre dijeron que nos darían una paliza. Para mí, como todos otros judíos, Jesucristo era el Dios de los gentiles. Él era un impostor, y fue por Él que los judíos habían sido torturados y matados. Me dijeron que los jóvenes gentiles eran Cristianos. Por eso es que me darían una paliza si supiesen que era judío, porque culpaban a los judíos por matarlo a Él. Cuando era niño pensé que esto era extraño, ya que no conocía a Jesús ni cualquier cosa acerca de Él, que yo en cierto modo pude ser responsable por Él. Mi padre era un hombre de mucho talento. Él había sido instructor de baile para Rudolf Valentino y también era un artista muy talentoso.

Como joven, algunos de mis amigos eran gentiles, los cuales creía ser Cristianos. Bebían en los mismos salones de coctel que yo, tenían las mismas prácticas de robo comerciales que yo, cometían los mismos pecados que yo, y si Jesús era su Dios y no había hecho más para ellos que lo que había hecho, entonces yo no necesitaba a Jesús. Me bastaba los problemas míos. No creía en Dios, mucho menos en Jesucristo. Mi filosofía de la vida era ganar todo el dinero que podía, hacer lo que quisiera, cuando quisiera hacerlo, sin consideración de nadie. Para mí la vida era vil. Entre más dinero hacía, más penas tenía. El dinero nunca me compró ni aun un momento de paz. Mientras más tenía, más desgraciado era.

No tenía ningún respeto en absoluto para las mujeres. Todas las que había conocido o con las que me había asociado eran impías en cientos de diferentes maneras (Ecl. 7:28). Algunas de ellas hasta pensaban que eran hombres. (Nunca me asocié con esa clase.) Muchos hombres son igual de malos, ellos se creen ser mujeres. Algunos dejan que las mujeres los soporte: ellos se quedan en la casa pretendiendo ser amas de casa. Ellos cocinan, cambian los pañales de sus bebés, y hacen tareas domésticas. Sus esposas son las que los mantiene. ¡Qué impío! Ningún hombre afeminado entrará el Reino del Cielo (1 Co. 6:9-10).

Yo sé que Jesucristo es verdadero. Yo sé que Él es el Mesías. Yo sé que Él va a regresar a la tierra de nuevo. Lo sé porque Dios me lo dijo. Jesús estaba tan alejado de mi vida; mis pecados eran como la arena.

Fui de cantante melódico al negocio de estudios de salud. Era vice-presidente para la cadena más grande de estudios de salud en el mundo. Teníamos setenta y cinco estudios en los Estados Unidos y varios en el Canadá. A través de los años, entraba y salía de la industria de película y de música, grabando mis discos yo mismo para acomodar la tónica de música que sea. Formé álbumes de canciones viejas favoritas, compré parte del tiempo de televisión y de la radio, e hice una fortuna con los álbumes. Dirigí las carreras de estrellas grandes y artistas. Cogía a los desconocidos, y los promovía a grandes estrellas de películas, televisión, y la industria de grabación.

Luego cuando me hice popular con esto, los Beattles, los Rolling Stones, los Doors, Buffalo Springfield, P.J. Proby, Pete Best, el baterista original de los Beattles, y muchos otros cantantes y grupos me pidieron que los manejaran. Después de ser salvo, me pidieron que ingeniara de nuevo a popularidad a Eddie Fisher, Lena Horne, Steve Lawrence y Eydie Gorme, sin mencionar cientos de otros.

Jimmy Bowen, de los estudios de Warner Brothers en Burbank, California, le preguntó a Billy Strange, uno de los arreglistas de música de Frank Sinatra y el jefe de la compañía de publicación de Frank y Nancy Sinatra, si haría las promociones para Jim Ed Brown, Helen Cornelius, y una hueste completa de otros cantantes de música country y western producida por Billy Strange. Pero yo no estoy disponible ya para tales cosas. Soy pastor, un evangelista y escriba en el campo evangélico de tiempo completo. Sin embargo, sí grabo música evangélica.

Fue durante un de estos publicitarios promocionales grandes que encontré a Jesús de Nazaret, mi Señor. Mi mente estaba tan lejos de cualquier cosa concerniente a Dios el día que Él puso mi mundo boca abajo. Había cogido a un cantante joven, un desconocido completo, e hice una promoción gigantesca de él. Lo registré en todos los programas de televisión grandes.

Estaba manejando por la ciudad en una limosina conducida por chofer con una escolta de policía y un cortejo de diecisiete personas, poniendo el mundo en un viaje. Tenía un barbero, un guardaespaldas, una enfermera, y toda clase de hombres que dicen amén a todo. Si iba a un puesto de perritos calientes, o a una película estrene, iba con las limosinas, los chóferes, los policías, y toda gala. El guardaespaldas abría la puerta, arrojaba al suelo una almohada grande de terciopelo; pisábamos la almohada del terciopelo. El barbero peinaba nuestro cabello, la enfermera tomaba nuestro pulso. Uno de los tipos nos rociaba con colonia, otro esparcía flores en nuestro camino, y los policías se paraban en atención. ¿De dónde conseguí los policías, los chóferes y las limosinas? Los alquilé de una funeraria por cien dólares al día.

Había gastado tanto dinero en anuncios promocionales y manteniendo el séquito de diecisiete personas, que mis gastos ascendían a miles de dólares al día y necesitaba dinero. Mi abogado me dijo que algunas de las superestrellas estaban invertiendo dinero en un holding y tenían interés en invertir dinero en mi campaña. ¿Podría encontrarte con ellos y sus abogados? Al principio dije que no. “Tengo un disco exitoso, los distribuidores de discos me deben dinero. Dentro de treinta a cuarenta y cinco días tendré todo el dinero que necesito.” Mi abogado dijo, “Tony, como tú gastas dinero, no hay manera que puedas sobrevivir treinta a cuarenta y cinco días.” Le eché un sermón. “Claro que darán el dinero. Tengo el éxito de la estrella asegurado. He hecho todo el trabajo. ¿Por qué no tomarían el pastel escarchado por un millón de dólares?” “Pues bien, Tony,” él razonó, “no vendas la mitad de él.” Quedé de verlos a ellos y ofrecerle cinco por ciento por cincuenta mil. No me imaginaba lo que me estaba esperando ese día.

Las limosinas negras estaban en fila, el escolta de policía llegaron en formación, y navegamos por las calles con automovilistas y los peatones boqueando, preguntándose quienes eran los dignatarios. Patrullamos hacia la oficina de abogados. La policía puso en fila las limosinas, los chóferes abrieron las puertas, y salimos de las limosinas y subimos las escaleras para las oficinas de abogados en Beverly Hills. Las oficinas estaban apiñadas. Las estrellas de películas estaban allí, sus abogados y, por supuesto, mis diecisiete personas.

El abogado representando a la firma inversora era un judío pequeño. Él vino frotándose las manos y sonreindo. “Tony Alamo,” él dijo, “he querido conocerte. Ésta es la promoción más grande que he visto en todos mis años en la industria. Es un gran espectáculo,” él exclamó, rozando la pared con un gesto, y vi que él tenía la promoción entera expuesta en su pared, todavía frotándose las manos y sonriendo mientras nos sentábamos. “Ahora,” él dijo, “entiendo que ustedes jóvenes necesitan dinero.” Me alistaba para discutir sobre los términos con él, y pensé por dentro, “tengo una ventaja sobre él. Él piensa que soy italiano y yo sé que él es judío.” Le contesté, “Pues, no necesito tanto dinero como originalmente usted había ofrecido.”

Repentinamente mis oídos quedaron completamente sordos. No podía oír ningún ruido del gentío en el cuarto. Sólo estábamos en el primer piso, aún no podía oír ningún ruido de la calle. Miré a la gente en el cuarto. Algunas de sus bocas se movían, pero no podía oír nada de lo que decían. Repentinamente oí una voz; una voz que venía de cada dirección. Estaba alrededor de mí. Estaba a través de cada fibra de mi ser. Mi cabeza, mis brazos, mis piernas; estaba toda alrededor de mí. La voz dijo, “SOY EL SEÑOR TU DIOS. PÓNTE DE PIE Y DILE A LA GENTE EN ESTE CUARTO QUE JESUCRISTO VA A REGRESAR A LA TIERRA, O SEGURAMENTE MORIRÁS.” Miré alrededor del cuarto para ver si alguien me estaba haciendo alguna broma y todos me estaban mirando. Sentí como si estuviera sellado en algún vacío gigantesco. Pensé, “me estoy volviendo loco. Estoy perdiendo mi mente. Sí, eso es, estoy sufriendo una crisis nerviosa.” La gente me había dicho que yo era un genio, y los genios a menudo sufren crisis nerviosa, así que eso era. Así que saldré de aquí antes de quedar como tonto.

Me paré y dije, “Estoy enfermo.” La presión gigante que estaba sobre mí me hizo retroceder a mi asiento y la voz como muchas aguas de nuevo me inundó a todo alrededor de y a través de mí. “SOY EL SEÑOR TU DIOS. PÓNTE DE PIE Y DILE A LA GENTE EN ESTE CUARTO QUE JESUCRISTO VA A REGRESAR A LA TIERRA, O SEGURAMENTE MORIRÁS.”

Me puse de pies otra vez, y tomé un paso. Al tomar el paso, Dios empezó a jugar con mi alma como un yo-yo. Él me sacaba el alma a medios, y luego me lo regresaba. Mi corazón palpitaba tan duro que me sentía como que se me iba a saltar fuera de mi cuerpo, y repentinamente me vino una revelación, tan verdadera que estaba asombrado que no lo había sabido. ¡Supe que había un Cielo y un Infierno! ¡Empecé a gritar a toda voz, “No, Dios mío, No! ¡Por favor no me mates…les diré! ¡Les diré! ¡Les diré!” El aliento regresó en mi cuerpo y mi corazón dejó de saltar. Dije, “Dios, tú no conoces a estas personas como yo. No me creerán. Pero les diré. Los llamaré por teléfono a todos, les enviaré telegramas, cualquier cosa. Pero por favor no me hagas hacerlo aquí, pensarán que estoy chiflado.” Otra vez Él empezó a sacarme el alma. Mi corazón saltaba fuera de mi cuerpo. Respiraba con dificultad. “No, Dios mío, no… por favor,” empecé a gritar, “lo haré, lo haré. Les diré.” Otra vez mi aliento regresó en mi cuerpo, mi corazón dejó de latir.

Miré a la gente en el cuarto. Todos tenían los ojos clavados sobre mí, con ojos grandes como búhos. “Sé que no me creerán,” dije, “Pero Dios me está diciendo que les diga que Jesucristo va a regresar a la tierra.” Ahora, dije entre mí, lo dije. Uy, otra vez mi alma empezó a entrar y a salir, y de nuevo respirando con dificultad. “¿Qué es el problema Dios? Lo dije, les dije.” Repentinamente cada promoción que había hecho en mi vida fue diseñada ante mí en forma de un bloque. El entusiasmo que había puesto, para vender una estrella o un producto. ¿Y el Señor dijo, “AHORA QUE TÚ SABES QUE ESTOY AQUÍ, ¿ESO ES LO MEJOR QUE PUEDES HACER POR MÍ?” “Sé que no me van a creer, pero Jesucristo va a regresar a la tierra.” Esta vez cuando miré al grupo de gente, todos me parecieron tan pequeños, y realmente terminé con todo entusiasmo. “Arrepiéntense,” grité. “¡Jesús viene!” Jamás había leído una Biblia en mi vida. Había visto la película, “Elmer Gantry,” y le ordené a todos en el cuarto que se arrodillaran y se arrepintieran inmediatamente, que Jesús venía. Pensé que si no hacía un buen trabajo, entonces todos ellos se desintegrarían antes de mis ojos y yo me desintegraría por no hacer un buen trabajo.

El vacío alrededor de mí comenzó a levantar y mi audición regresaba, y el Señor dijo, “YA BASTA.” Mi abogado agarró uno de mis brazos balanceados y dijo, “¿Tony, Tony, qué te pasa?” El abogado judío pequeño casi se retrocedió a la ventana. Los papeles volaban por todo el cuarto (había derrumbado el pinchapapeles del escritorio). “¡Sáquenlo de aquí!,” él gritó, “¡Está loco! Yo pensé por un momento, ¿cómo le puedo culpar? Si alguien hubiera entrado en mi oficina y hubiera hecho justamente lo mismo que yo, entonces posiblemente lo hubiera arrojado afuera de la ventana.

Salí de la oficina con todo mi cortejo siguiéndome. Mi guardaespaldas (quien luego se fue con Sonny y Cher) se reía tanto que se caía en el pasillo. “Tony,” él dijo, “¿qué pasa? ¿No te cayó bien el tipo? Hombre, él terminará en una camisa de fuerza por esa escena.” Entre más traté de explicarles que Dios me había hablado, más se rieron. “Vamos, Tony, pónlos a ellos en un viaje, pero hombre, no trates de ponernos a nosotros en uno.” Al llegar al pie de las escaleras, vi que las limosinas funerales estaban en fila. “Oh, Dios mío,” pensé, “lo último que quiero ver es este desorden.” Hice que todos se metieran en los autos. Quería caminar. Quería estar solo. Mientras caminaba, miraba al cielo. “Querido Dios,” dije, “ahora que sé que Tú estás allí, dime lo que quieres que yo haga. Haré cualquier cosa que digas.” Ninguna respuesta. Pensé, “Quizás Dios quiere que yo vaya a la iglesia. Sí, eso es. Iré a la iglesia.”

Escogí la más grande. Pensé que la más grande debería saber mucho más. Entré y hablé con el sacerdote. Le dije lo que me sucedió. El sacerdote me dijo que solo tenga en mi corazón ser bautizado. Esto me enfureció. Al pensar que Dios me había dicho que Jesús venía, y aquí hay un hombre de Dios diciéndome que tenga en mi corazón ser bautizado. “Mira,” dije, “soy un promotor, conozco mi negocio. Si me preguntas cómo promover un producto, te daré una manera positiva para promoverlo. Se supone que tú eres un hombre de Dios. Cuéntame acerca de Dios.” Más tarde, este sacerdote fue lleno del Espíritu y ahora predica el evangelio, pero él no tenía respuestas para mí.

Fui de una iglesia a otra, pero no encontré a nadie predicando el poderoso mensaje que Dios me había dado. Una por una, salía de cada iglesia más oprimido de lo que había estado. Consideré que era la única persona en el mundo que sabía la verdad, que Jesús realmente venía.

Había dejado todo mi negocio, estaba pelado. Usé el dinero que me llegó para pagar mis deudas. No podía trabajar. Temía que Dios iba a venir sobre mí otra vez delante de la gente. Estaba desesperado y confundido. No sabía qué hacer; fui a mi cuarto. Había una Biblia Gideon en la mesa. La abrí y leí, “Bienaventurados todos los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados” (Mt. 5:6). “Oh, Dios mío,” lloré, “ese soy yo. Estoy deseoso de la verdad.” “Bienaventurados los mansos, porque ellos recibirán la tierra por heredad” (Mt. 5:5). “Oh, Dios mío,” lloré, “nunca he sido manso, pero ahora estoy pelado. Ahora estoy en este cuarto muy viejo. Tal vez califico ahora.” Mientras leía las palabras de la Biblia, sabía que cada palabra era verdad. Sentí el mismo Espíritu que sentí ese día en la oficina, y supe que Dios había bajado sobre los profetas, los discípulos, los apóstoles, de la misma forma que Él había bajado sobre mí en esa oficina ese día, por el poder del Espíritu Santo, y les dijo qué escribir.

Sentí el poder del Espíritu Santo en mi alma y corazón. Encontré el plan de salvación. Cómo tenemos que pedirle perdón a Dios por nuestros pecados y pedirle a Jesús que entre en nuestros corazones. Le clamé a Dios para que perdonara mis pecados. Mi vida había estado tan llena de pecado. Le pedí a Jesús que entrara en mi corazón y me hiciera una criatura nueva. Dios me dio una visión del Infierno. Grité, “Dios, no me dejes ir allí.” Luego Él me dio una visión del Cielo. Me vi pequeño, desnudo, arrodillado ante Dios. Estaba tan tranquilo que no me quería ir. Ahí estaba, a Sus pies, temía abrir mis ojos. Sabía que si los abría, vería el rostro de Jesús, y tenía miedo de mirarlo. Luego vi una cruz grande iluminada y estrellas explotando, miles de ellas, y los ángeles cantando. El Espíritu de Dios entró en mi cuerpo y sabía sin ninguna sombra de duda que pasé de muerte a vida. Dios quebró mi corazón en un millón de pedazos y me acosté en el piso con lágrimas fluyendo por mi cara, y mi cuerpo meciéndose en sollozos, pero sabía que estaba salvo. Bernie LaZar Hoffman, a.k.a. Tony Alamo, era una criatura cambiada. Me bañé, me cambié mis ropas y salí caminando en la lluvia. Qué maravilloso. Los cielos eran diferentes, el mundo había cambiado. Tenía paz por la primera vez en mi vida. La paz que el dinero no podía comprar.

Caminé por horas en la lluvia, luego entré en un restaurante. Mi Susan estaba sentada allí. Susan y yo nos habíamos conocido por años, pero ella no quería nada que ver conmigo. Lo más que me decía era hola y adiós. Había tratado de hablar con ella antes, pero ella no quería hablar conmigo. Siempre sabía que había algo muy diferente acerca de ella. Caminé hacia la cabina donde ella estaba sentada y le pregunté si podía sentarme con ella. A mi sorpresa ella dijo que sí. Me senté y ordené mi café. Ella me miró directamente al cruzar de la mesa con esos ojos grandes, negros y dijo, “Tony, ¿sabes que el Señor Jesucristo va a regresar a la tierra de nuevo?” “Susan, Susan,” yo dije, “¿dijiste tú eso? ¿Hay más como nosotros? ¿Estamos supuestos encontrarnos en alguna parte? ¿Cómo sabías tú? ¿Vino Dios y te lo dijo también?” “Tony,” ella dijo, “lo dice a través de la Biblia.” “Enséñamelo,” le dije.

Susan empezó a leerme la Biblia por diez, doce, catorce horas al día, y explicármela mientras la leía. No podía oír suficiente. Era como una esponja. Ella me rogaba, “Por favor, Tony, vete a tu casa, estoy tan cansada, quiero dormir.” Volvía a mi cuarto y esperaba hasta que ella durmiera para poder regresar. Cuando pensaba que mi maestra de la Biblia había dormido suficiente, iba y tocaba el timbre hasta que ella se levantara. Luego empecé a congregar toda la gente que podía encontrar para que pudieran aprender de Dios también.

Susan me llevaba con ella cuando iba a las iglesias para predicar. Comencé a darme cuenta que estaba desesperada y completamente enamorado con mi maestra. Comencé a clamarle a Dios desde lo más profundo de mi alma para que me la diera como mujer. “Oh, Dios mío, por favor,” le rogué, “he hecho un desorden de mi vida. Ésta es la única mujer que he amado en mi vida. Por favor Dios mío, dámela.” Susan obviamente no sabía que yo existía. Ella no me prestó ninguna atención, aparte de las lecciones de la Biblia y de ir a la iglesia, y eso siempre era en un grupo. Estaba tan miserable. Temía que ella me cogiera mirándola y supiera que estaba enamorado de ella y me dijera que no regresara.

Susan estaba ayunando y orando para que Dios enviara un gran renacimiento. Empecé a ayunar y a orar aun más fuerte para que Dios me diera a Susan, y Dios le habló al corazón de Susan en una forma muy sobrenatural, y fue mi esposa. El ministro que nos casó dijo, “he estado en el ministerio por muchos años, y he casado a muchas parejas, pero nunca he sentido el Espíritu de Dios tan poderoso como lo sintí con ustedes dos. Dios tiene algo grande para ustedes.”

Regresé e hice otra promoción grande en el mundo. Creo que Dios me dio permiso de hacerlo para probarle a la industria que no estaba loco. Después de esa escena en la oficina, un rumor había circulado a través de la industria, como fuego incontrolado, que Alamo se había enloquecido. El Señor me dejó comprobarle al mundo que yo tenía todas mis facultades mentales. Cogí un cantante clásico que ganaba noventa dólares a la semana, un desconocido, durante una fase de música rock dura. Noventa días después él fue un superestrella, contratado en el Dunes Hotel por $15,000 a la semana, en una escala graduada.

Compré una casa en Malibu. Susan me rogó que no la comprara. “Tony,” ella decía, “la gente está muriendo por los miles, y está perdida. Por favor, vamos a dejar todo y predicar el evangelio.” Le dije, “Mira, cariño, Dios me dio un cerebro, déjame usarlo. Déjame ganar dinero. Compraré tiempo de emisión en la radio y la televisión. Publicaremos el evangelio.” Susan decía, “Tony, Dios no quiere tu dinero, Él quiere tu corazón.”

Cada vez que íbamos por Hollywood Boulevard o Sunset Boulevard, Susan miraba a los hípis vagando por las calles. Ella decía, “Mira Tony, allí están. Allí está el campo de la cosecha. Está maduro, pero nadie irá. Nadie tomará la posición del humilde nazareno.” “Mira,” le dije, “Tú no sabes nada acerca de esa clase de jóvenes. Están tan trastornados que no sabrán lo que le dices.” “No,” ella decía, “pero yo conozco a Jesús.” Los hípis se convirtieron en una púa entre nosotros y procuré evitar el Strip o el Bulevar lo más posible. Traté de razonar con ella, “Mira, cielo,” le dije, “todo lo que tú quieres hacer está mal, créeme. ¿Piensas que alguna de la gente que he promocionado hubieran tenido éxito si yo hubiera estado en una esquina repartiendo un puñado de papeles? Créeme, no surtirá efecto. Déjame ganar dinero y te enseñaré cómo publicar el evangelio.”

Susan comenzó a orar para que me quedara en la ruina y comencé a perder todo lo que tenía. Si iba al banco para hacer un depósito, me costaba dinero antes de llegar. No le molestaba a Susan en absoluto. Cada vez que mencionaba que me estaba quedando pelado, ella decía, “Alabado sea el Señor,” Por fin entendí. ¡Ella estaba orando para que me quedara en la ruina! Ella odiaba esa casa en Malibu, ella odiaba los nuevos muebles costosos en la casa. Ella quería salir a las calles con los hípis, y punto.

Una noche, regresando a casa de un servicio, ella me dio un ultimátum. Ella iba a salir a las calles con los hípis y yo podía ir o quedarme. Sabía que ella estaba hablando en serio. Le rogué, traté de convencer, de razonar; ella no prestó ninguna atención. Ella cogió algunos pequeños folletos evangélicos, los marcó con nuestro número de teléfono, llamó a un grupo de jóvenes que habíamos ganado para Cristo y dijo, “el sábado por la noche vamos a las calles.” ¿Qué pude hacer? No la podía ver salir sola. La podrían matar. Pedí, “Dios, por favor Señor, muéstrale lo equivocada que está. No la dejes hacer esto.” Sin embargo cada vez que le llevaba esta petición a Dios algo sucedía. Dios no le decía a ella que ella estaba equivocada, Él me decía que yo estaba equivocado.

Así que fuimos a las calles, yo de mala gana, y aquí fue donde el Movimiento de Jesús comenzó. Tú oyes mucho hoy día de donde comenzó el Movimiento de Jesús. Puedo contarte todo sobre esto. Muchas personas han tratado de atribuirse el mérito del gran renacimiento que ha recorrido el mundo, pero créanme, no había nadie más en las calles cuando Susan y yo primero salimos. Los jóvenes estaban cantando canciones que “Dios estaba muerto,” “Quemen las Iglesias,” “Maten a los Puercos (los policías),” “Acabar con el establecimiento.”

Al principio no teníamos iglesia. Financiamos nuestro ministerio. Nos llevamos los jóvenes a la casa con nosotros, los alimentamos. Muchos de ellos estaban medios muertos; muriendo de adicción de drogas y de desnutrición. Los dirijimos a Cristo Jesús, los vimos ser llenos con el Espíritu y los fundimos en la Palabra de Dios.

Desde que Dios ungió nuestro trabajo, hemos visto surgir muchos otros grupos de jóvenes. Algunos quizás eran buenos, pero casi todos de los que sabemos son muy malvados porque mucha de su doctrina es falsa. Casi todos son “Cristianos falsos” romanos, anti-cristos. Dicen ser Cristianos, pero literalmente odian la parte de la Palabra de Dios que dice que Dios es un terrorista a los pecadores no arrepentidos. Solo podemos ser salvos, es decir, vivir para siempre en el Reino del Cielo, leyendo “toda Palabra que sale de la boca de Dios” (Mateo 4:4). Pero estos falsos Cristianos no reciben los muchos versículos de las escrituras en la Palabra de Dios, que nos dicen que Dios odia a los pecadores que se rehusan a arrepentirse. Él también odia a Satanás, el anticristo, el falso profeta, la bestia, la boca de la bestia, y todos quellos que aborrecen Su Palabra. También aborrecen la parte de la ira en la Palabra de Dios, y la parte de la Palabra de Dios que dice que Él ha preparado el lago de fuego para atormentar eternamente a todos aquellos que se oponen a Él, a Su Palabra, y a todos los que predican la infalible Palabra de Dios. “No recibieron el amor de la verdad, para ser salvos [que puedan ser Cristianos, miembros del cuerpo de Cristo]. Por esto Dios les envía un poder engañoso [y cuando Dios dice poder, Él quiere decir poder] para que crean la mentira, a fin de que sean condenados todos los que no creyeron a la verdad, sino que se complacieron en la injusticia” (2 Ts. 2:10-12). El diseño de esta gente que no aman la verdad de la Palabra de Dios es destruir la fe de los jóvenes en Dios, enseñándole a los jóvenes que pueden fumar marihuana, tomar ácido, cometer adulterio, fornicación, aborto, hacer lo que les parezca.

Todos ellos operan bajo el estandarte de “Dios es Amor.” Ten cuidado con el movimiento de “Dios es Amor.” Lo que realmente dicen es que Dios es permisivo. Gracia para estos grupos quiere decir pecado. Nosotros le enseñamos a nuestros jóvenes que Dios es un Dios Santo y cuando hablan de Él que lo hagan con reverencia completa. Comparar el Espíritu de Dios a un viaje de ácido o marihuana es blasfemia del Espíritu Santo. Investiga cuidadosamente los Movimientos de Jesús antes de que te envuelvas con ellos. Los aprovechados se han metido como lo han hecho en cada movimiento de Dios, para distorsionar el evangelio y hacer mercancía de él. Como Susan dice, “Tú no puedes comprar una obra evangélica, la fundas en esa peña sólida, Cristo Jesús.”

El Movimiento de Jesús no sucedió por casualidad. No comenzó por algún joven con luces psicodélicas brillando intermitentemente en su cabeza. El precio ha sido alto. Oh, Dios mío, tan alto. Más alto de lo que la carne humana quiere pagar. Vino con sangre, sudor y lágrimas. Me alegro que el León de la tribu de Judá, el guardián eterno del Libro de la Vida del Cordero, sabe donde y cuando y cómo empezó el Movimiento de Jesús, y que Él vió a mi amada, mientras caminaba en la calle consumida de cáncer a través de su cuerpo y llevándole el evangelio a los hípis.

¿Sabes algo? ¡Susan es tan inteligente! ¡Ella estaba correcta! Jesús es el promotor más grande en el mundo. Él dijo, “Y yo, si fuere levantado de la tierra, a todos atraeré a Mí mismo.” Sí, aun con bolsas de papel llenas de pequeños folletos evangélicos (Jn. 12:32).

Jesús quiere atraerte cerca de Él ahora mismo y puedes conocer a Cristo como yo y Susan. Sí, ahora mismo lo único que tienes que hacer es repetirle esta oración a Dios y sentirás el Espíritu de Dios entrar en tu cuerpo mortal. Díla ahora mismo, y verás que Él lo hará.

Oración

Mi Señor y mi Dios, ten misericordia de mi alma pecadora.1 Yo creo que Jesucristo es el Hijo del Dios Viviente.2 Creo que Él murió en la cruz y derramó Su preciosa sangre por el perdón de todos mis pecados. 3 Creo que Dios resucitó a Jesús de entre los muertos por el poder del Espíritu Santo4 y que Él está sentado a la mano derecha de Dios en este momento, escuchando mi confesión de pecado y esta oración. 5 Abro la puerta de mi corazón, y Te invito en mi corazón Señor Jesús. 6 Lava todos mis pecados sucios en la preciosa sangre que Tú derramaste por mí en la cruz del Calvario. 7 Tú no me rechazarás, Señor Jesús; Tú perdonarás mis pecados y salvarás mi alma. Lo sé porque Tu Palabra, así lo dice. 8 Tu Palabra dice que Tú no rechazarás a nadie, y eso me incluye a mí.9 Por eso, sé que me has escuchado, sé que me has contestado, y sé que soy salvo.Por eso, sé que me has escuchado, sé que me has contestado, y sé que soy salvo.10 Y Te doy gracias, Señor Jesús, por salvar mi alma, y Te mostraré mi agradecimiento haciendo como Tú mandas y no pecar más. 11

Usted acaba de completar el primer paso en una serie de cinco pasos que se requieren para recibir la salvación. Su segundo paso es negarse a sí mismo y aceptar la cruz cada día con el propósito de mortificarse, es decir, para darle muerte a su propia voluntad, a su ser autosuficiente, y al mundo con todos sus deseos. Todos estos tienen que ser bautizados en la muerte de Cristo. El tercer paso es su resurrección de la vida satánica de Adán a la vida libre de pecados de Cristo. El cuarto paso es su ascensión a una posición de autoridad para reinar por Dios en la tierra, y el quinto paso es reinar por Dios en la tierra hasta el fin con el propósito de traer el reino del Cielo a la tierra. Usted tiene que aprender la Palabra de Dios, luego someterse y hacer lo que la Palabra dice, para que la Iglesia y el mundo puedan ver pruebas de su sumisión a la Palabra de Dios, Su orden, y Su autoridad en usted y por usted. Alabado sea el Señor. Que Dios lo recompense abundantemente.


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Aquéllos de ustedes que están en otros países, les animamos a que traduzcan esta literatura a su lengua materna. Si la reimprimen, favor de incluir este derecho reservado y registro:

Alamo Christian Ministries is a division of Music Square Church, Inc. © Propiedad literaria 1984

Todo derecho reservado Pastor Mundial Tony Alamo ® Registrado1984


Notas de la Oración:

1. Sal 51:5, Ro. 3:10-12, 23 vuelva

2. Mt. 26:63-64, 27:54, Lc. 1:30-33, Jn. 9:35-37, Ro. 1:3-4 vuelva

3. Hch. 4:12, 20:28, Ro. 3:25, 1 Jn. 1:7, Ap. 5:9 vuelva

4. Sal. 16:9-10, Mt. 28:5-7, Mr. 16:9, Jn. 2:19, 21, 10:17-18, 11:25, Hch. 2:24, 3:15, Ro. 8:11, 1 Co. 15:3-6 vuelva

5. Lc. 22:69, Hch. 2:25-36, He. 10:12-13 vuelva

6. Ro. 8:11, 1 Co. 3:16, Ap. 3:20 vuelva

7. Ef. 2:13-22, He. 9:22, 13:12, 20-21, 1 Jn. 1:7, Ap. 1:5, 7:14 Ef. 2:13-22, He. 9:22, 13:12, 20-21, 1 Jn. 1:7, Ap. 1:5, 7:14 vuelva

8. Mt. 26:28, Hch. 2:21, 4:12, Ef. 1:7, Col. 1:14 vuelva

9. Ro. 10:13, Stg. 4:2-3 vuelva

10. He. 11:6 vuelva

11. Jn. 8:11, 1 Co. 15:10, Ap. 7:14, 22:14 vuelva

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