Dirigido por el Espíritu

Por
Tony Alamo

Tanto el sol como la luna, las estrellas, y la marea obedecen al Espíritu del Señor.1 Así, son dirigidos por el Espíritu. El Espíritu del Señor se movió sobre el Mar Rojo. El Mar Rojo fue dirigido por el Señor a abrir un camino para que los hijos de Israel caminaran a través de tierra seca.2 Todo en el universo está en armonía con Dios y es dirigido por el Espíritu a excepción del hombre, de Satanás, y de los ángeles que cayeron.3

Recuerdo la primera vez que fui dirigido hacer algo por el Espíritu, algo que de otra manera nunca hubiera hecho. Estaba en una oficina de Beverly Hills, California cuando a mi sorpresa, el Señor se reveló a mí por Su Espíritu que le hablaba directamente a mi espíritu. He escrito de esta experiencia en más detalle en otros artículos.4 Dios milagrosamente cerró mis oídos. Todos los sentidos de mi cuerpo fueron apagados por varios minutos menos mi vista. Oí la voz del Señor hablándole a todo mi ser. Podía oír Su voz por cada parte de mi cuerpo. Mis brazos, mis piernas, mi pecho, mis manos y mis pies podían oír mucho mejor que mis oídos sordos.

Ahora me doy cuenta que el Espíritu de Dios se comunicó con el hombre espiritual dentro de mí, mi espíritu, y realizo que mi espíritu era la facultad en mi alma que oía la comunicación. El Señor por Su Espíritu le comunicó a mi espíritu que mi cuerpo entero, mi alma, y mi espíritu tendrían que físicamente ponerse de pie y decirle a la gente en ese cuarto que Jesucristo iba a regresar a la tierra otra vez. Él agregó que si no les decía, seguramente moriría. Fue entonces que el Señor me mostró que yo tenía un espíritu en mí. Sé por la Palabra de Dios que cada ser humano tiene un espíritu.5 Antes de ser regenerados, salvos, y dirigidos por el Espíritu, nuestros espíritus son carnales y dirigidos por espíritus malignos.6

Hombres carnales no regenerados, no salvos, están más que listos para usar sus facultades carnales, así como sus mentes, sus pensamientos, sus emociones, sus sentimientos, ellos mismos, sus carnes y sus almas más bien que sus espíritus.7 Debido a ésto, siempre están en la carne en el mundo, en las tinieblas más bien que siempre en el Espíritu en el reino celestial.8

No podemos ser dirigidos por el Espíritu a toda hora a menos que el Espíritu siempre esté presente con nosotros.9 Si procuramos buscar a Dios de una manera carnal, nuestras oraciones no lo alcanzarán y la respuesta o la bendición que buscamos no nos alcanzará. Jesús dijo que “es necesario [para nosotros] nacer de nuevo [del Espíritu]” (Juan 3:7). Tenemos que convertirnos en nuevas criaturas en Cristo para poder ser dirigidos por el Espíritu, para que Dios escuche nuestras oraciones, y para que recibamos la respuesta y las bendiciones de Dios, que son el resultado de orarle a Él en el Espíritu.10 Cuando nacemos de nuevo del Espíritu, el Espíritu Santo nos saca del reino carnal, llevándonos a Su vida, el reino espiritual. Dios entonces se puede alcanzar por nuestros espíritus, y Él puede alcanzar a nuestros espíritus por Su Espíritu.

En nuestro espíritu tenemos una conciencia.11 Nuestra conciencia es una de las facultades en nuestros espíritus que nos condena de pecado y de hacer lo malo.12 Si nuestra conciencia se cauteriza, si Dios endurece nuestros espíritus debido a incredulidad o desobediencia obstinada,13 no podemos ser salvos.14 Esto es porque sin la conciencia no podemos ser condenados del pecado para que así nos podamos arrepentir de él.15 El Espíritu del Señor que vive en nuestros espíritus es nuestro poder para no pecar y Su poder en nosotros para ser dirigidos por Él y obedecerlo.16 Su poder nos libra del cautiverio de Satanás y de una vida de pecado.17 El pecar es ser vencido—fallar.18 El pecado causa la muerte de nuestra alma entera.19 “La paga del pecado es muerte” (Ro. 6:23).

La facultad en nuestro espíritu que sabe lo bueno de lo malo es nuestra conciencia.20 Muchas veces, nuestro razonamiento humano justificará nuestras acciones pecaminosas, pero nuestras conciencias saben que estamos pecando.21 Nuestra conciencia nos señalará a nosotros con su dedo de acusación, y a menos que ocurra arrepentimiento, nuestra conciencia nos juzgará y nos condenará.22 La conciencia de una persona santa no le prestará ninguna atención a las opiniones o las razones de alguien que ha hecho algo malo.23 La conciencia espiritual en hombres santos siempre está juzgando lo bueno de lo malo.24 Tenemos que prestarle muy buena atención a nuestras conciencias. Estar en comunión con Dios es igual que adorarlo.25 Nuestros espíritus, nuestras almas, mentes y cuerpos naturales no regenerados ni salvos, no son capaces de comunicarse con Dios. Nuestros pensamientos, sentimientos y emociones no comprenden a Dios. La comunicación entre Dios y el hombre ocurre en el espíritu.26 Esta comunicación ocurre en el hombre oculto, “el hombre interno,” el hombre dentro de nuestros cuerpos humanos, no en ninguna otra parte.27

Solo la mente espiritual puede entender las cosas espirituales y recibir dirección del espíritu.28 Los Cristianos oran por dirección espiritual, pero antes de que la mente pueda recibirla, primero tiene que volverse espiritual.29

En Primer Corintios, Pablo reprendió a los miembros de la iglesia. Ellos habían nacido de nuevo, pero con todo eran bebés en Cristo y carnales, así como son los bebés en Cristo.30 Pablo les dijo que él no había podido enseñarles ninguna verdad espiritual.31 No estoy diciendo que eran carnales en el sentido que quebraban cualesquiera de los Diez Mandamientos de la ley moral. Lo que quiero decir es que la Palabra de Dios declara que ellos eran carnales en el sentido que eran envidiosos, llenos de conflictos y divididos.32

Conocer las escrituras sin caminar en el Espíritu ni hacer lo que dice la Palabra o el Espíritu, es ser carnal.33 “La letra [de la Palabra de Dios] mata [es carnal], mas el Espíritu vivifica” (2 Co. 3:6). “Porque como el cuerpo sin espíritu está muerto [es carnal], así también la fe sin obras está muerta [es carnal] también” (Stg. 2:26).

Cuando yo era un bebé en Cristo, era carnal en el sentido que no quería salir a las calles a testificar y a distribuir la literatura. YO PENSABA que producir un programa de televisión era practicar el Cristianismo de la manera debida. Me propuse a tener un programa de televisión; tuvimos uno de los mejores y más grandes programas internacionales de televisión por más de diez años. Durante esos diez años, el Señor me mostró que habíamos ganado miles de almas más testificando en las calles que por la televisión. Así que por desear un programa de televisión mas bien que ir a las calles donde el Señor me quería era ser carnal, mi manera en vez que la Suya.

Mi esposa Susi, trató de convencerme a que no hiciera el programa de televisión. Susi me dijo que en las calles era que se encontraban los pecadores. En Primero Timoteo 1:15 está escrito, “Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores,” no a los justos. Jesús dijo, “No he venido a llamar a justos, sino a pecadores, al arrepentimiento” (Mt. 9:13). Ella me dijo que los revolucionarios, los drogadictos, las Panteras Negras, las pandillas de negros, gringos, la mafia mexicana, judía e italiana; los motociclistas y millones de otros probablemente nunca oirían un programa de televisión evangélico. “Necesitamos alcanzar a los pecadores en las calles.” Antes de realizar que esto era la verdad, le había dicho a mi esposa, “Aquí en Los Angeles tenemos los desordenes de Watts. Todas estas pandillas están revolcando los carros de policía.” Parecía que todos los jóvenes del país, igual que del mundo, estaban rebelándose en contra de sus padres, la sociedad, y en contra de un sistema mundial hipócrita. Al principio le dije a Susi que ningún hombre americano que amaba a su esposa la llevaría a las calles a testificar en tal desastre. “Susi, si yo te llevaría allí, te darían una paliza a ti y me matarían a mí. No te voy a dejar. Es mejor hacerlo en la televisión.” Ella se rebeló contra mis palabras, diciendo, “Yo me voy a las calles con unos cuantos convertidos, contigo o sola.” Dios me dijo, “Escúchale a tu esposa.” Así que me fui a las calles. El Movimiento Jesús nació y se extendió como una llama, un fuego a través del mundo. Sin embargo, todavía quería tener un programa de televisión. De nuevo, eso era carnal. En ese tiempo todavía era un bebé en Cristo, lleno de mis propias maneras e ideas de lo que yo pensaba que estaba supuesto hacer para Jesús en vez de dejar que el Espíritu me dirigiera hacia lo que Él quería que hiciera para Él. Desesperadamente necesitaba crecer espiritualmente. Necesitaba ser dirigido completamente por el Espíritu.34

Dios tuvo razón cuando me dijo, “¡Escúchale a tu esposa!” Hemos ganado a millones de almas en los últimos treinta y seis años por nuestro ministerio en las calles y por medio de la literatura. Desde entonces ha aumentado en gran impulso, hasta llegar a través del mundo. Así fue que nuestro ministerio se volvió más exitoso que cualquier otro ministerio que yo conozco en cuanto a traerle almas a Cristo.

Si no somos dirigidos por el Espíritu, millones de almas se perderán. Este es un horroroso pecado y será nuestra culpa. Si nosotros somos tan carnales que rehusaríamos ser dirigidos por el Espíritu, pasaremos una eternidad en el Infierno. El mandamiento de Dios para nosotros es caminar en el Espíritu para ser salvos y permanecer salvos hasta el final.35 Si no lo hacemos, pasaremos la eternidad en el Infierno.36 Ser dirigido por el Espíritu es una oferta de Dios que ninguna persona en su sano juicio puede rechazar.

Los misterios más profundos en las escrituras, que pueden ser entendidas por la mente humana, pueden ser estudiados, aceptados y aún enseñados por la mente no salva, no regenerada y no santificada. Pero un hecho que no puede ser repetido suficientemente es que ser dirigido por el Espíritu no comienza con solo pensamientos o emociones humanas.37 Ser dirigido por el Espíritu es más profundo que la mentalidad o los sentimientos humanos porque para que un ser humano pueda ser dirigido por el Espíritu, él tiene que unir su espíritu humano con la vida inmortal o Espíritu de Dios así como lo hizo el Jesús humano, nuestro Salvador y Rey.”38 Esta unión no puede suceder en ningún otro lugar sino en el sitio más interno de nuestras vidas, es decir, en “nuestros espíritus.”39 Sí, tiene que suceder en la misma raíz o el centro de nuestra vida, la cual es Cristo. Cristo es nuestra vida.40

El poder que forja o moldea nuestra voluntad y crea el carácter de nuestro espíritu mora en el centro espiritual oculto de la vida que está dentro de nosotros.41 Es aquí que el Espíritu Santo encuentra Su residencia. Dios respira, Se mueve e impela Su voluntad en aquellos de nosotros que somos dirigidos por el Espíritu.42

El Espíritu Santo nos dirige inspirándonos con la vida de Dios y los propósitos de Dios.43 De esta manera, la verdadera naturaleza de Dios y Su disposición viene y se ve o se manifiesta en el mundo, “que seáis [seamos] llenos del conocimiento de su voluntad en toda sabiduría e inteligencia espiritual” para este mismo propósito (Col. 1:9). Esta oración de Pablo nos dice claramente que solo podemos conocer la voluntad Dios adquiriendo un entendimiento espiritual.44 El entendimiento espiritual sólo viene con el crecimiento espiritual de un hombre que es espiritual y obediente a la vida espiritual. Aquellos que tendrán la dirección del Espíritu tienen que rendirse si mismos al Espíritu para poseer vidas que son dirigidas por el Espíritu Santo.45

Sólo después de que Cristo había sido bautizado con el Espíritu Santo en el bautismo de Juan, fue que Él “fue LLEVADO POR EL ESPÍRITU al desierto” (Lc. 4:1). El regresó del desierto “en el poder del Espíritu a Galilea” (Lc. 4:14), y comenzó Su ministerio en Nazaret cuando abrió el libro de Isaías en el templo, diciendo, “El Espíritu del Señor está sobre Mí [es decir, el Espíritu del Señor estaba sobre Él, dirigiéndolo durante todo Su ministerio como Salvador del mundo y Redentor de nuestros cuerpos]” (Lc. 4:18). Cristo tuvo que ser dirigido por el Espíritu para lograr todo lo que hizo; así que cualquiera que estará y permanecerá en Cristo tiene que ser dirigido para que Cristo continúe logrando Su obra en y a través de ellos al mundo.46 Tenemos que ser la continuación de la encarnación de la Palabra, es decir, una continuación del Dios Trino viviendo y obrando en carne humana en el mundo por aquellos que son dirigidos por el Espíritu, el Espíritu Santo de Dios.47 “Si el Espíritu de Aquel [el Dios Trino] que levantó de los muertos a Jesús mora EN VOSOTROS, Él que levantó de los muertos a Cristo Jesús [el Espíritu] vivificará también vuestros cuerpos mortales [darle vida al cuerpo en que estás viviendo ahora, después de que se muera] por SU ESPÍRITU QUE MORA EN VOSOTROS” (Ro. 8:11, Santa Biblia y textos originales).48

Tenemos que tener fe en toda la Palabra de Dios, la Biblia, para recibir la vida eterna de Dios por medio de Cristo.49 Porque “sin fe es imposible agradar a Dios” (He. 11:6). El Apóstol Santiago nos advierte a no pensar que recibiremos nada del Señor sin una fe constante.50 La fe constante es una fe en Su Palabra, una fe en que recibiremos lo que pedimos según la condición de su Palabra, y fe en Su Palabra que nos dice que tenemos que estar en comunión con Su Espíritu por nuestro espíritu con respecto a las cosas que anticipamos encontrar de Él. En pocas palabras, tenemos que tener una fe constante para poder ser dirigidos fijamente por el Espíritu.

La fe es muy tangible, y realmente es una sustancia.51 Es la sustancia más tangible en todo el universo.52 La fe es el órgano del alma que reconoce lo que es invisible. El don divino de fe dentro de nuestros espíritus recibe la perspicacia espiritual o la intuición de la presencia divina cuando Dios se acerca para estar en comunión con nosotros y dirigirnos por Su Espíritu según la medida de fe en nosotros que acepta lo que el Espíritu divino nos trae y nos da.53 La más íntima comunicación de la vida divina solo se encuentra en el Espíritu Santo.54 La fe en nosotros se someterá a Dios.55 Los que tienen fe hacen lo que Dios manda y siempre lo hacen según Su Palabra.56

“No asesinarás” (Ex. 20:13, texto original). El texto griego original dice, “No puedes asesinar,” “No matarás.” El Espíritu nos dice claramente que jamás podemos asesinar a nadie.57 Sin embargo, podemos matar a los animales para el alimento, así como para hacer ropa, zapatos, botas y abrigos hechos de sus pieles.58 Dios Mismo hizo esto para Adán y Eva.59 La gente que no es espiritual, aquéllos con mero razonamiento humano, piensa que es malo matar a un animal que ha sido autorizado por Dios para proveernos con alimento y ropa. El libro de Primer Timoteo claramente nos dice, “Pero el Espíritu dice claramente que en los postreros tiempos algunos [creyentes] apostatarían de la fe [ya no serán dirigidos por el Espíritu], escuchando a espíritus engañadores y a doctrinas de demonios; por la hipocresía de mentirosos que, teniendo cauterizada la conciencia, PROHIBIRÁN CASARSE [esta es la doctrina satánica de hoy en día], y mandarán abstenerse de alimentos que Dios creó PARA QUE CON ACCIÓN DE GRACIAS PARTICIPASEN DE ELLOS los creyentes y los que han conocido la verdad” (1 Ti. 4:1-3).

Si tenemos fe, meditaremos en la verdad de Dios y lo adoraremos, lo cual significa que nos comunicaremos con Él.60 Si tenemos fe, siempre nos comunicaremos con Dios, confiando en Él. Si tenemos fe, toda nuestra alma adorará, aceptará, y le dará gracias a Dios por el cumplimiento de la promesa de la Palabra de nuestro Salvador, la cual es que Él “estará en vosotros” (Juan 14:17).61

¡Qué maravilloso! Él está en aquellos de nosotros que creemos, aquellos de nosotros que somos DIRIGIDOS POR SU ESPÍRITU. Si tenemos fe, podemos regocijar en la seguridad que el Espíritu Santo, el valiente poder inmenso de Dios vive dentro de nosotros de la manera que Él desea vivir en nosotros.62 Podemos contar con este hecho.63

El Espíritu dirige a aquellos de nosotros que somos sinceros con Él. El Espíritu es nuestra guía.64 “Jehová es mi Pastor; nada me faltará” (Sal. 23:1). Nada me faltará porque “Él os guiará a toda la verdad” (Juan 16:13). Dios quiere que todos Sus hijos sean dirigidos por el Espíritu.65 El comienzo del camino para ser dirigido por el Espíritu se encuentra cuando confiamos que Dios está vivo en nosotros.66 En segundo lugar, tenemos que buscar Su consejo y comenzar gozando la increíble bendición de Su dirección.67

Tercero, tenemos que comenzar actuando por fe haciendo la obra que se nos pide hacer mientras somos dirigidos por el Espíritu.68 Esta es la misma obra por la cual todos nosotros que estamos en el Señor hemos orado. Cuarto, sin duda TENEMOS que CREER que Dios SÍ nos conducirá por Su Espíritu.69 Quinto, tenemos que confiar constantemente en Él para que nos dirija por Su Espíritu para poder ser hijos de Dios. “Porque todos los que son GUIADOS POR EL ESPÍRITU DE DIOS, ÉSTOS SON HIJOS DE DIOS” (Ro. 8:14).70 Aquellos que no son dirigidos por Su Espíritu no son hijos de Dios.71

Sexto, tenemos que rendir todo nuestro ser a Dios en una rendición total.72 Séptimo, tenemos que tener una fe y una confianza que no flaquea, sabiendo que DIOS NOS HA ACEPTADO porque inquebrantablemente nos hemos rendido a Él completamente.73 Estamos bajo el control del Espíritu Santo por Su aceptación inquebrantable de nosotros. Si continuamos siendo controlados por el Espíritu Santo cada día, Jesús, nuestro Consolador, también nos guiará cada día como nuestro Salvador y Rey.74 Tenemos que tener fe inquebrantable en que Jesús es nuestro GOBERNANTE, y por ser dirigidos continuamente por el Espíritu Santo, Él nos mantendrá salvos hasta el fin.75

Querido lector, si eres alguien que aún no ha sido salvo, entonces no tienes la vida de Dios, la cual es eterna.76 No tienes comunicación con Él porque tus pecados todavía no han sido lavados por la preciosa sangre de Cristo que Él derramó por ti en la cruz del Calvario.77De nuevo, cuando nuestros pecados aún no han sido lavados en la sangre de Cristo, estamos separados de todo lo que es Dios, lo que tiene Dios, y de todo lo que Dios nos puede dar. A causa de la ausencia de nuestra comunicación con Él, Su Espíritu no puede dirigirnos ni hacer nada por nosotros.

Si no eres salvo, si tu espíritu no está unido con el Espíritu de Dios, y mueres hoy mismo, no entrarás al Reino del Cielo.78 Sin embargo, ¡levanta el ánimo! Todo esto puede cambiar ahora mismo. La Palabra de Dios dice, “Todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo” (Ro. 10:13). Si le clamamos al Señor para que salve nuestras almas, Él lo hará. Clámale ahora en oración para que tu espíritu pueda unirse al Del. Luego, continúa siendo dirigido por Su Espíritu hasta el fin para que puedas ser salvo. “Mas el que persevere hasta el fin, éste será salvo” (Mr. 13:13). Toma el primer paso ahora mismo diciendo esta oración:

Oración

Mi Señor y mi Dios, ten misericordia de mi alma pecadora.1 Yo creo que Jesucristo es el Hijo del Dios Viviente.2 Creo que Él murió en la cruz y derramó Su preciosa sangre por el perdón de todos mis pecados. 3 Creo que Dios resucitó a Jesús de entre los muertos por el poder del Espíritu Santo4 y que Él está sentado a la mano derecha de Dios en este momento, escuchando mi confesión de pecado y esta oración. 5 Abro la puerta de mi corazón, y Te invito en mi corazón Señor Jesús. 6 Lava todos mis pecados sucios en la preciosa sangre que Tú derramaste por mí en la cruz del Calvario. 7 Tú no me rechazarás, Señor Jesús; Tú perdonarás mis pecados y salvarás mi alma. Lo sé porque Tu Palabra, así lo dice. 8 Tu Palabra dice que Tú no rechazarás a nadie, y eso me incluye a mí.9 Por eso, sé que me has escuchado, sé que me has contestado, y sé que soy salvo.Por eso, sé que me has escuchado, sé que me has contestado, y sé que soy salvo.10 Y Te doy gracias, Señor Jesús, por salvar mi alma, y Te mostraré mi agradecimiento haciendo como Tú mandas y no pecar más. 11

Usted acaba de completar el primer paso en una serie de cinco pasos que se requieren para recibir la salvación. Su segundo paso es negarse a sí mismo y aceptar la cruz cada día con el propósito de mortificarse, es decir, para darle muerte a su propia voluntad, a su ser autosuficiente, y al mundo con todos sus deseos. Todos estos tienen que ser bautizados en la muerte de Cristo. El tercer paso es su resurrección de la vida satánica de Adán a la vida libre de pecados de Cristo. El cuarto paso es su ascensión a una posición de autoridad para reinar por Dios en la tierra, y el quinto paso es reinar por Dios en la tierra hasta el fin con el propósito de traer el reino del Cielo a la tierra. Usted tiene que aprender la Palabra de Dios, luego someterse y hacer lo que la Palabra dice, para que la Iglesia y el mundo puedan ver pruebas de su sumisión a la Palabra de Dios, Su orden, y Su autoridad en usted y por usted.
Alabado sea el Señor. Que Dios lo recompense abundantemente.

Pastor Mundial Tony Alamo


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Notas del "Dirigido por el Espíritu ":vuelva arriba

1 Gn. 1:14-21, Jos. 10:12-14, Job 9:4-9, 38:8-11, Sal. 65:7, 74:13-17, 89:8-9, 104:19-20, 107:25-30, 135:6-7, Is. 48:13, 51:10, Jer. 5:22, 10:12-13, Mt. 5:45 vuelva

2 Ex. 14:16, 21-30vuelva

3 Gn. 1:3-31, 6:5-7, Lv. 26:4-6, Neh. 9:6, Sal. 104:10-22, 24-30, 119:90-91, Lc. 8:22-25, 2 P. 2:4-6 vuelva

4 Señales de los Tiempos, Huesos Secos, El Siervo del Señor, Los Dos Testigos de Dios, Los Peces Gordos, y Derritiendo Corazones Fríos vuelva

5 Zac. 12:1, Job 32:8, Pr. 25:28, Mt. 26:41, Ro. 2:29, 7:22, 8:16, 1 Co. 2:11, 5:4, 6:20, 14:14, 32, 2 Co. 4:6-7, 16, Ef. 3:16, He. 12:23 vuelva

6 Ro. 7:5-6, 18, 23, 8:5-8, 1 Co. 3:3 vuelva

7 Pr. 6:13-18, Is. 55:6-9, Jn. 3:6, 6:63, Ro. 8:6-14, 1 Co. 2:11-12, 3:1-3 vuelva

8 Ro. 6:1-14, 22-23, 8:5-17, 13:11-14, Gá. 5:16-25, 6:8, Ef. 2:1-7, 4:22-24, Col. 3:1-10, 2 P. 1:2-4 vuelva

9 Pr. 3:5-6, Jn. 14:15-21, Col. 3:16, 1 Jn. 4:13 vuelva

10 Is. 59:2, Jn. 3:3, 5, 2 Co. 5:17-19, 1 Jn. 5:14-15 vuelva

11 Hch. 24:16, Ro. 9:1, 1 Co. 8:7, 2 Co. 1:12, 4:2, 5:11, 1 Ti. 1:5, 19, 3:9, 4:2, Tit. 1:15, He. 9:14, 10:22, 1 P. 3:16, 21 vuelva

12 Jn. 8:9, Hch. 2:14-41, 24:16, Ro. 9:1-2, 2 Ti. 1:3, He. 13:18 vuelva

13 Ex. 7:13-14, 14:8, Dt. 2:30 vuelva

14 Jn. 12:40, 1 Ti. 4:1-2, Tit. 1:15-16, He. 10:26-29 vuelva

15 Ro. 1:28-32, 1 Ti. 4:1-3, 2 Ti. 3:2-8, Tit. 1:15-16 vuelva

16 Ro. 8:37, 1 Jn. 2:13-14, 3:9, 5:4-5, Ap. 3:5, 12, 21, 21:7 vuelva

17 Ro. 6:16-23, 8:2 vuelva

18 Sal. 1:6, 37:20, Pr. 10:27-31, Ez. 18:4, 20, 24-26, Ro. 6:23, 2 P. 2:20-22 vuelva

19 Ez. 18:4, 20, Stg. 1:15 vuelva

20 Hch. 24:16, He. 5:14 vuelva

21 Jn. 8:9, Ro. 2:15, Tit. 1:15 vuelva

22 Jn. 8:9, Ro. 2:15 vuelva

23 2 S. 12:1-23, 2 Co. 7:9-10 vuelva

24 Hch. 24:16, Ro. 9:1, 1 Ti. 3:9, He. 9:14, 10:2, 22, 1 P. 3:21 vuelva

25 Lc. 1:47, Jn. 4:23, Ro. 1:9, 8:15-16, 1 Co. 6:17, 14:15, Ap. 21:10 vuelva

26 Is. 26:9, Jn. 3:5-6, 4:23-24, Ro. 8:16, 1 Co. 6:20, 14:15, 2 Co. 13:14 vuelva

27 Job 32:8, Ro. 2:29, 7:22, 1 Co. 2:11, 6:20, 2 Co. 4:16, Ef. 3:16 vuelva

28 Jn. 15:4-5, 7-8, Hch. 1:8, Ro. 8:10-11, 14-18, Ef. 2:18-21, 3:16-21, Col. 2:9-10, 2 Ti. 1:7, 1 Jn. 3:24, 1 Jn. 4:4, 5:12 vuelva

29 Ro. 8:7-9, 1 Co. 2:11-16 vuelva

30 1 Co. 3:1-4 vuelva

31 1 Co. cap. 3 vuelva

32 Ro. 13:13, 1 Co. 3:3, 2 Co. 12:20, Gá. 5:26, Stg. 3:14-16, 1 P. 2:1-2 vuelva

33 Ro. 8:6-9, 2 Co. 3:6, Gá. 6:8 vuelva

34 Ef. 3:16-19, 4:12-15, Col. 2:6-7 vuelva

35 Mt. 24:13, 25:1-13, Jn.8:31-32, Ro. 2:7, 8:1, Gá. 5:16-18, 25, Fil. 3:8-16, Col.1:9-11, 21-23, 2 Ti. 4:5-8, He. 3:14 vuelva

36 Mt. 5:13, 7:21-23, 25:41-46, Lc. 9:62, 11:23-26, 13:24-28, Jn. 15:6, He. 6:4-8, 10:26-29, 38-39, Ap. 3:1-3, 21:8 vuelva

37 Ro. 8:7-8, 11:33-34, 1 Co. 2:4-14, Col. 2:6-10 vuelva

38 Jn. 15:4-10, 17:21-23, 26, Ro. 8:1, 10-11, 1 Co, 3:16, 2 Co. 6:16, Gá. 2:20, Ef. 3:16-21, Col. 1:27-29, 2:9-10, 1 Jn. 3:6, 24 vuelva

39 Jn. 4:23-24 vuelva

40 Jn. 1:4:, 3:15-16, 4:14, 5:24-25, 6:27, 10:10, 27, Ro. 6:22-23 vuelva

41 Jn. 14:15-20, 23, 1 Co. 6:19-20, Ap. 3:20 vuelva

42 Hch. 2:1-7, 14-43, 4:8-13, 31, 33, Ro. 8:14-17, 2 P. 1:20 vuelva

43 Lc. 12:11-12, Jn. 14:26, Ro. 8:26-27, 2 Ti. 3:15-17, 1 Jn. 2:27-29 vuelva

44 Ro. 8:7-8, 1 Co. 2:4-14, Ef. 1:17-19, 5:17-19, 5:17-20 vuelva

45 Mt. 10:19-20, Lc. 4:1, Jn. 3:5-6, 4:24, 6:63, 14:6, 16-17, 21, 26, 17:2, 11, 21-23, Hch. 4:12, 10:38, Ro. 8:1-14, 2 Co. 5:17-21, Gá. 6:8 vuelva

46 Mt. 12:28, Mr. 1:10, 12, 2:8, Lc. 2:40, 4:1, 14, 18, Jn. 3:34, Hch. 2:17-18 vuelva

47 Jn. 14:15, 18-20, 23, 15:1-10, 17:21-23, 1 Co. 3:16-17, 2 Co. 5:17-21, 6:16-18, Gá. 2:20, Ef. 2:18-22, Col. 1:27-29, 2:9-10 vuelva

48 Ro. 8:11-17 vuelva

49 Jn. 11:25-26, Hch. 13:48, 26:18, Ro. 1:16-17, 5:1, 10:9-10, 1 Co. 1:21, Ef. 2:8, 1 P. 1:5, 7, 9, 1 Jn. 5:4 vuelva

50 Stg. 1:6-7 vuelva

51 He. 11:1 vuelva

52 Mt. 17:20, Lc. 17:6, Ef. 2:8, He. cap. 11 vuelva

53 Ro. 5:1-2, 2 Co. 5:5-9, Ef. 3:16-19 vuelva

54 Ro. 5:5, 8:9, 11, 14-16, 1 Co. 3:16, 2 Co. 1:22, Gá. 4:6, 1 Jn. 4:13 vuelva

55 Ro. 1:16-17, 5:1, 9:31-33, Gá. 3:6-11, 2 Co. 5:7 veulva

56 Dt. 6:25, Mt. 17:20, 25:34-40, Mr. 16:16, Lc. 17:6, Hch. 16:31, Ef. 2:8, He. cap. 11, Stg. 1:6-7, 2:17, 20-26 vuelva

57 Gn. 4:9-11, 9:5-6, Nm. 35:16-21, 31, Dt. 5:17, 27:24-25, Pr. 1:11-12, 15-16, 6:16-17, 28:17, Ro. 13:9, 1 P. 4:15, 1 Jn. 3:15, Ap. 21:8, 22:15 vuelva

58 Gn. 9:2-3, Lv. 7:8-10, 11:3, 9, 21-22, Dt. 14:4-6, 9, 11, 20, Ez 16:10, Mr 1:6, Ro. 14:14. 1 Ti. 4:3-5 vuelva

59 Gn. 3:21 vuelva

60 Jos. 1:8, Sal. 1:2 vuelva

61 Sal. 9:9-10, Pr. 3:5-6, Is. 26:3, 56:4-7, Mr 11:24, Ro. 12:12, Fil. 4:6 vuelva

62 Mt. 5:12, 15:10, Jn. 10:1-18, 15:14, 1 Co. 6:19-20, 2 Co. 6:16, Fil. 2:16-18, 4:4, Col. 1:24, 2:2, 1 Ts. 1:5, 5:16, He. 6:11-12, 10:22-25, 1 P. 1:7-9, 4:13, Ap. 3:20, 19:7 vuelva

63 Mr 16:16, Hch. 16:30-31, Ro. 10:8-17 vuelva

64 Jn. 14:16, 16:7-14, Ro. 8:1, 4, 14, 26-27 vuelva

65 Jn. 16:7, Ro. 8:14, 1 Jn. 1:7, 4:13 vuelva

66 Mr 16:16, Jn. 14:16-18, 20, 23, 15:2, 4-5, 7, 10-11, Ro. 8:14-15, 12:4-5, 1 Jn. 2:24, 5:4 vuelva

67 Sal. 37:9, 119:105, Pr. 3:5-6, 4:18, 20-22, 16:9, Is. 42:16, Jn. 16:13-15 vuelva

68 1 Co. 4:2, Gá. 3:9-12, Stg. 2:14-22, 26 vuelva

69 Ro. 4:19-24, Gá. 3:2-12, He. 10:23, Stg. 1:5-7 vuelva

70 Jn. 1:12, Gá. 4:6-7, Fil. 2:14-15, 1 Jn. 3:1-3 vuelva

71 Ro. 8:9-9 vuelva

72 Dt. 30:2, Mt. 7:21, 11:28-30, 12:49-50, 22:37, Ro. 6:13, 19, Gá. 5:16-17, 24-25, Col. 3:1-3, 5-6, Tit. 2:12, 1 P. 4:1-2 vuelva

73 Mr 16:16, Ro. 1:17, 14:23, 1 Co. 16:13, 2 Co. 1:24, 5:6-9, Gá. 2:16, 3:11-12, He. 3:6, 14, 10:35-39 vuelva

74 Sal. 25:9, 32:8-10, 48:14, 73:23-24, Is. 49:10, 58:6-11, Jn. 16:13-14 vuelva

75 Ex. 15:13, Sal. 25:9, 32:8-10, 48:14, 73:23-24, Is. 49:10, 58:6-11, Mt. 10:22, 24:13, Jn. 16:13-14 vuelva

76 Jn. 3:15, 6:53-54, 10:27-28, Ro. 2:7-11, 6:23 , 1 Jn. 3:15, 5:12 vuelva

77 Sal. 66:18, Pr. 1:24-28, 15:8, 29 28:9, Is. 59:1-2, Mt. 6:24, Jn. 9:31, 1 Co. 10:21, 2 Co. 6:14-18, Stg. 4:4, 1 Jn. 1:5-7 vuelva

78 Mt. 5:21, 1 Jn. 3:15, 5:12, Ap. 21:6-8 vuelva

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Notas de la Oración:

1. Sal 51:5, Ro. 3:10-12, 23 vuelva

2. Mt. 26:63-64, 27:54, Lc. 1:30-33, Jn. 9:35-37, Ro. 1:3-4 vuelva

3. Hch. 4:12, 20:28, Ro. 3:25, 1 Jn. 1:7, Ap. 5:9 vuelva

4. Sal. 16:9-10, Mt. 28:5-7, Mr. 16:9, Jn. 2:19, 21, 10:17-18, 11:25, Hch. 2:24, 3:15, Ro. 8:11, 1 Co. 15:3-6 vuelva

5. Lc. 22:69, Hch. 2:25-36, He. 10:12-13 vuelva

6. Ro. 8:11, 1 Co. 3:16, Ap. 3:20 vuelva

7. Ef. 2:13-22, He. 9:22, 13:12, 20-21, 1 Jn. 1:7, Ap. 1:5, 7:14 Ef. 2:13-22, He. 9:22, 13:12, 20-21, 1 Jn. 1:7, Ap. 1:5, 7:14 vuelva

8. Mt. 26:28, Hch. 2:21, 4:12, Ef. 1:7, Col. 1:14 vuelva

9. Ro. 10:13, Stg. 4:2-3 vuelva

10. He. 11:6 vuelva

11. Jn. 8:11, 1 Co. 15:10, Ap. 7:14, 22:14 vuelva

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