EL ÁRBOL

Por Tony Alamo

Una tarde hermosa y agradable en Los Ángeles, California, en nuestra iglesia en Canyon Country que queda en la carretera Sierra, me paré en el portal para gozar de la tarde antes de entrar. La iglesia estaba llena de las almas perdidas y salvas del área de Hollywood y Los Ángeles, también como de otras iglesias. Algunas almas perdidas habían venido para oír la verdad del Evangelio del Señor Jesucristo y recibir una cena gratis después del servicio. Hemos estado sirviendo cenas después de cada servicio por más de cuarenta y dos años.

El área de Saugus y Canyon Country es un área montañoso de Los Ángeles y esa tarde se sentía tan (agradable) y tranquilo. Gozaba del olor del jazmín que florecía de noche. Siempre me había gustado mirar las montañas y los otros paisajes, así como un enorme roble que estaba cerca de nuestra iglesia y que usamos en la portada de una de las primeras grabaciones musicales de la iglesia. En la fotografía, muchos jóvenes de la iglesia estaban sentados en las ramas de ese árbol. Era un roble enorme, y se veía tan poderoso que parecía una caricatura, irreal. Para mí era el árbol más poderoso que jamás había visto en mi vida.

Mientras admiraba su enorme tamaño, obvia fuerza y edad, le pedía a Dios, “Señor, hazme tan fuerte como ese árbol.” El Señor me habló audiblemente, diciendo, “Tendrás que ser mil millones de veces más fuerte que ese árbol.” Dije, “¿Qué?” Repitió, “Tendrás que ser mil millones de veces más fuerte que ese árbol.” Esas palabras del Señor me asombraron porque creía que sería suficiente ser tan fuerte como ese árbol. Pensaba que si fuese así de fuerte, sería más fuerte que Sansón en el libro de Jueces.1 Me parecía completamente imposible ser mil millones de veces más fuerte que ese árbol, aunque sabía que Dios siempre tiene la razón.

Miré mi reloj y vi que era hora de entrar a la iglesia y comenzar el servicio. Asombrado entré y pregunté, “Señor, ¿cómo puede alguien ser más fuerte que ese árbol, y aun más, millones de veces más fuerte?”

Después de pararme detrás del púlpito y orar, comencé el servicio contándole a la congregación exactamente lo que el Señor me había acabado de decir. Mi sermón con respecto a ese árbol y lo que Dios me había dicho no duró más de tres o cuatro minutos cuando de repente oímos un enorme estrépito afuera en el parqueadero donde estaba el árbol. El estrello literalmente estremeció el edificio completo. Muchos corrieron hacia la ventana mientras yo decía, “¿Qué cosa sería si fue el árbol?” Ellos se voltearon y me dijeron, “¡Fue el árbol! ¡Cayó al suelo!” Todos quedaron completamente asombrados y asustados. Miramos por la ventana y vimos que las raíces muertas estaban desarraigadas. Esta lección de Dios fue excesivamente espantosa para mí y para todos que la vieron. No había ninguna brisa afuera. El aire había estado muy tranquilo esa tarde. El árbol medía por lo menos cuarenta o cincuenta pies de alto; sus ramas se extendían aun más que eso, y el tronco medía veinte pies o más en circunferencia.

Hoy día la mayoría de la gente piensa que los problemas que tienen en este mundo son insuperables. Se les hace difícil recibir que tienen el poder que Dios dice que tienen. Piensan que hay circunstancias en el mundo que no se pueden resolver. Pero Dios proclama, “Al que cree todo le es posible” (Marcos 9:23), y “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece” (Fil. 4:13). Con esto quiero decir que Dios nos dice que somos mil millones de veces más poderosos que lo que vemos y que consideramos ser fuerte en este mundo. Muchas veces, a los novicios las cosas de este mundo le parecen ser más fuertes de lo que son, así como me pareció enorme el árbol cuando en realidad estaba muerto. Yo tengo más fe hoy de la que tenía treinta y cuatro años atrás, y más fe de la que tenía ayer, lo cual me muestra que nuestra fe aumenta más y más entre más leemos la Palabra y experimentamos las verdades de lo que Dios dice. ¡La paciencia es una virtud!2 Solo momentos después que el Señor me dijo que tenía que ser mil millones de veces más fuerte que ese árbol, Él me lo confirmó a mí y a la congregación dejando que cayera, estremeciendo el edificio y vibrando los huesos de todos en la iglesia.

Los del mundo que no son salvos, y hasta muchos de los que son nacidos de nuevo del Espíritu, confían en las cosas del mundo y dudan del poder de Dios en sí mismos. Nosotros podemos hacer todo en el poder de Dios (Fil. 4:13). El poder de Dios es Su Espíritu.3 “Pues la ley por medio de Moisés fue dada, pero [el poder] y la verdad vinieron por medio de Jesucristo” (Jn. 1:17). Ellos creen que los médicos, las enfermeras, la medicina, los árboles grandes, etc. son más poderosos que Dios, cuando en realidad el poder, el Espíritu de Dios, es mil millones de veces más poderoso que lo que les parezca ser más grande en esta tierra, en este mundo. La Palabra de Dios dice, “Si tuviereis fe como un grano de mostaza, diréis a este monte [o problema insuperable]: pásate de aquí allá, y se pasará; y NADA os será imposible” (Mt. 17:20). La verdad, el poder de Dios, que es el Espíritu, es mil millones de veces más poderoso que lo que parezca ser poderoso en este mundo.

Muchos creen que el gobierno, la iglesia y la mayoría de los medios informativos uni-mundiales de hoy son como un árbol grande cuyas ramas alcanzan alrededor del mundo.4 La gente del mundo se pregunta “¿Quién podrá luchar contra [la bestia]?” (Ap. 13:4). La bestia es el gobierno mundial anticristo, el falso profeta, que es la iglesia falsa y muchos de los medios informativos dados autoridad por ese gran dragón escarlata, el diablo (Ap. 12:3, 9), que se sienta en la ciudad de siete montes (Ap. 17:9), “que reina sobre los reyes de la tierra” (Ap. 17:18). Todo esto le parecerá algo increíblemente poderoso a los que no conocen la Palabra, el poder de Dios, así como el gigante roble me parecía increíblemente poderoso la tarde que cayó al suelo.

La Palabra de Dios declara que las cosas de este mundo son dirigidas por Satanás, y nos dice que el poder y las cosas de Satanás son débiles y pobres rudimentos (Gá. 4:9). ¡No ames al mundo, porque todo lo que existe en el mundo es deseo! (1 Juan 2:15-17). Aún Satanás, con su propaganda, le hace creer a la mayoría del mundo que las cosas del mundo son poderosas, potentes y más fuertes que Dios. ¿No puedes oírlos jactarse insensatamente? ¿Por qué no puede recordar la gente que Dios es el que creó todo, y que todo está sujeto a Su poder? La excepción es aquellos que lo resisten y no saben que se acerca el juicio.5 El Señor le preguntó a David en Salmo 2:1-5: “¿Por qué se amotinan las gentes, y los pueblos piensan cosas vanas? Se levantarán los reyes de la tierra, y príncipes consultarán unidos contra Jehová y contra Su ungido, diciendo: rompamos sus ligaduras, y echemos de nosotros sus cuerdas. El que mora en los cielos se reirá; el Señor se burlará de ellos. Luego hablará a ellos en Su furor, y los turbará con Su ira.”

Ya que ha aumentado a la magnitud de hoy el pecado, la violencia y el desorden, Dios, quien ahogó el mundo entero, quiere que todos sepan que el mundo y todos los que lo resisten quemarán con fuego ardiente.6 Él tiene el poder para hacerlo y no sólo tiene el poder para hacerlo, ¡lo hará! ¡Dios no puede mentir!7 Él hace lo que dice ¡y lo hará pronto!8 Jesús dijo, “TODA potestad Me es dada en el Cielo y la tierra” (Mt. 28:18).9

Estoy contento que Dios me dio poder sobre mis enemigos. Jesús dijo, “He aquí os doy potestad de hollar serpientes y escorpiones, y sobre toda fuerza del enemigo, y nada os dañará. Pero no os regocijéis de que los espíritus se os sujetan, sino regocijaos de que vuestros nombres están escritos en los cielos” (Lc. 10:19-20).

No hay arma en el universo entero más poderosa que la Palabra de Dios.10 Es el arma que Jesús escogió para crear y destruir los cielos y la tierra, y hacer un nuevo Cielo y una nueva tierra, todo a causa del pecado, Satanás, la codicia, la muerte, el Infierno y el sepulcro.11 “Pero el día del Señor vendrá como ladrón en la noche; en el cual los cielos pasarán con grande estruendo, y los elementos ardiendo serán deshechos, y la tierra y las obras que en ella hay serán quemadas. Puesto que todas estas cosas han de ser deshechas, ¡cómo no debéis vosotros andar en santa y piadosa manera de vivir, esperando y apresurándoos para la venida del día de Dios, en el cual los cielos encendiéndose serán deshechos, y los elementos, siendo quemados, se fundirán!” (2 P. 3:10-12).

Daniel vio una visión de la bestia, el anticristo, insuperable al parecer.12 Él estaba viendo la figura o el tipo de gobierno que vemos hoy en el mundo. Yo no había notado antes la palabra que él usó para describirla, que era “espantosa” (Dn. 7:7,19). El Señor me mostró una visión de la bestia, el gobierno uni-mundial, su boca, que es la mayoría de los medios informativos, y el culto que es la iglesia de Satanás. De nuevo, el asiento de Satanás es la ciudad de siete montes.13 Daniel usó la palabra precisa para describirla. Fue espantoso verla, espantoso por su apariencia demasiada intimidante. No pude mirarla por más de una fracción de segundo. ¡Su apariencia era inmensa, grotesca y terrible! Parecía más poderosa que cualquier otra cosa que jamás había visto. Otra vez, era enorme y feroz. Su altura alcanzaba los cielos, extremadamente intimidante. Era como un robot increíblemente gigantesco, y su rostro me miraba con más coraje que jamás había pensado existir en el mundo entero. Era obvio que me quería destruir rápidamente. Se movía tan rápido y estaba tan cerca que creía que era el fin para mí. No se movía como seres humanos. Cuando se me acercaba, se movía de lado a lado. Era terrible por lo gigante que era. Ver algo tan enorme corriendo con coraje hacia uno es paralizante. Su cabeza y sus dientes eran inmensos y hechos de hierro. Su boca estaba abierta, y fuego salía de sus ojos, su nariz, y su boca, como si estuviera por dentro un horno ardiente. El fuego por dentro era más caliente que los fuegos en los hornos de las fábricas de acero en Cleveland, Ohio, donde yo vivía. Venía tras de mí así como el gobierno uni-mundial, la iglesia de Satanás en la ciudad de los siete montes, y la mayoría de los medios informativos me han perseguido a mí, a mi iglesia, y a otros Cristianos alrededor del mundo. Mi única defensa contra ella fue la sangre de Jesús, la Palabra de Dios, así que la reprendí rápidamente con la sangre de Jesús. Cuando lo hice, inmediatamente desapareció. Esto muestra que la Palabra de Dios y la sangre de Jesús son más poderosas que ella. La Palabra de Dios, la sangre de Jesús, es la cosa más importante en el mundo para todos los que están listos para luchar la buena lucha de fe contra los poderes malignos que existen en este mundo hoy día. Este es el verdadero anticristo (1 Juan 2:18). De nuevo, vencemos este malvado poder anticristo y todo el sistema mundial por la sangre del Cordero y por la palabra de nuestro testimonio (Ap. 12:11).

Para describir más esta bestia, Daniel dijo que este cuarto reino mundial era “espantosa y terrible y en gran manera fuerte, la cual tenía unos dientes grandes de hierro [triangular]; devoraba y desmenuzaba, y las sobras hollaba con sus pies, y era muy diferente de todas las bestias [reinos] que vi antes de ella, y tenía diez cuernos” (Dn. 7:7). La razón por la cual es diferente que los reinos previos es porque rodea el planeta entero.14 El sistema uni-mundial de hoy es muy diferente a cualquier otro sistema que ha habido en el mundo, pero el Señor es el “mismo ayer, y hoy, y por los siglos” (He. 13:8). Dios simplemente la destruirá con el Espíritu de Su boca, es decir, con la Palabra de Dios.

Capítulo dos de Segundo Tesalonicenses, versículos 8-12 dice, “Entonces se manifestará aquel inicuo, a quien el Señor matará con el Espíritu de Su boca, y destruirá con el resplandor de Su venida; inicuo cuyo advenimiento es por obra de Satanás, con gran poder y señales y prodigios mentirosos, y con todo engaño de iniquidad para los que se pierden, por cuanto no recibieron el amor de la verdad para ser salvos. Por esto Dios les envía un poder engañoso, para que crean la mentira, a fin de que sean condenados todos los que no creyeron la verdad, sino que se complacieron en la injusticia.”

“¡Ay de los moradores de la tierra y del mar! porque el diablo ha descendido a vosotros con gran ira, sabiendo que tiene poco tiempo” (Ap. 12:12). En otras palabras, Satanás sabe que está condenado. Él sabe que está acabado. Cuando Jesús en la cruz dijo, “Consumado es” (Juan 19:30), Él estaba hablando de Satanás, que había sido consumado. El viejo mundo está terminado e igual para el viejo Cielo.15 El misterio de Dios está consumado (Ap. 10:7) y el tiempo no será más. Tan pronto el sello de Dios esté en las frentes de los 144,000 judíos, los cuatro ángeles en capítulo siete comenzarán a dañar la tierra y el mar con todas las plagas de Dios en sucesión rápida. Entonces los malvados de la tierra empezarán a entender el poder y la potestad del Dios Todopoderoso.

Cuando el Señor dice que el tiempo no será más, está diciendo que el juicio y la eternidad es todo lo que quedará, una eternidad en el Reino del Cielo para los siervos de Dios, o una eternidad en el Infierno y el lago de fuego para los que sirvieron a Satanás, su culto en la ciudad de los siete montes, su gobierno mundial, y para aquellos que creen toda su mentira.

La palabra “revelación” significa descubierto. El misterio de todas estas cosas podrá ser entendido solamente cuando acontezcan. Por eso sabemos que todas estas cosas están aconteciendo hoy. El misterio de Dios de verdad está consumido (Ap. 10:7). Solo es cuestión de la gente decidir si quiere estar en Cristo y recibir una eternidad de Sus bendiciones en el Cielo, al igual que Sus bendiciones más abundantes en la tierra, o si quiere rechazarlas. Si tu decisión es decirle no a Dios, te has condenado tú mismo. Ahora es el momento de decidir. “He aquí ahora el tiempo aceptable, he aquí ahora día de salvación” (2 Co. 6:2).

Apocalipsis 22:11 dice, “El que es injusto, sea injusto todavía; y el que es inmundo, sea inmundo todavía; y el que es justo, practique la justicia todavía; y el que es santo, santifíquese todavía.” Esto me muestra que nosotros humanos tenemos el poder de Dios para escoger adónde pasaremos la eternidad. Es el Cielo o el Infierno y el lago de fuego. No hay más alternativas. Si escoges pasar la eternidad en el paraíso de Dios en el Cielo, entonces di esta oración:

Oración

Mi Señor y mi Dios, ten misericordia de mi alma pecadora.1 Yo creo que Jesucristo es el Hijo del Dios Viviente.2 Creo que Él murió en la cruz y derramó Su preciosa sangre por el perdón de todos mis pecados. 3 Creo que Dios resucitó a Jesús de entre los muertos por el poder del Espíritu Santo4 y que Él está sentado a la mano derecha de Dios en este momento, escuchando mi confesión de pecado y esta oración. 5 Abro la puerta de mi corazón, y Te invito en mi corazón Señor Jesús. 6 Lava todos mis pecados sucios en la preciosa sangre que Tú derramaste por mí en la cruz del Calvario. 7 Tú no me rechazarás, Señor Jesús; Tú perdonarás mis pecados y salvarás mi alma. Lo sé porque Tu Palabra, así lo dice. 8 Tu Palabra dice que Tú no rechazarás a nadie, y eso me incluye a mí.9 Por eso, sé que me has escuchado, sé que me has contestado, y sé que soy salvo.Por eso, sé que me has escuchado, sé que me has contestado, y sé que soy salvo.10 Y Te doy gracias, Señor Jesús, por salvar mi alma, y Te mostraré mi agradecimiento haciendo como Tú mandas y no pecar más. 11

Usted acaba de completar el primer paso en una serie de cinco pasos que se requieren para recibir la salvación. Su segundo paso es negarse a sí mismo y aceptar la cruz cada día con el propósito de mortificarse, es decir, para darle muerte a su propia voluntad, a su ser autosuficiente, y al mundo con todos sus deseos. Todos estos tienen que ser bautizados en la muerte de Cristo. El tercer paso es su resurrección de la vida satánica de Adán a la vida libre de pecados de Cristo. El cuarto paso es su ascensión a una posición de autoridad para reinar por Dios en la tierra, y el quinto paso es reinar por Dios en la tierra hasta el fin con el propósito de traer el reino del Cielo a la tierra. Usted tiene que aprender la Palabra de Dios, luego someterse y hacer lo que la Palabra dice, para que la Iglesia y el mundo puedan ver pruebas de su sumisión a la Palabra de Dios, Su orden, y Su autoridad en usted y por usted.
Alabado sea el Señor. Que Dios lo recompense abundantemente.

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Notas del " EL ÁRBOL " : vuelva arriba

1 Jue. 14:5-6, 15:14-15, 16:2-3, 6, 28-30 vuelva

2 Lc. 21:19, Ro. 15:4-5, 1 Ti. 6:11, He. 6:12, 10:36, 12:1, Stg. 1:3-4, 5:7-8, 2 P. 1:5-8, Ap. 3:10, 14:12 vuelva

3 Gn. Cap. 1, Job 26:13, Mt. 12:28, Hch. 1:8, 1 Co. 1:24, Ef. 3:16-19 vuelva

4 Dn. 7:23, Ap. 13:1-8, 16-17, 17:1-2, 15, 18, 18:1-3, 23-24, 19:2 vuelva

5 Fil. 2:9-11, Col. 1:16-17, 2 P. 2:4-9 vuelva

6 Is. 51:6, 2 P. 3:7, 10-13, Ap. 21:1 vuelva

7 Tit. 1:2, He. 6:18 vuelva

8 Jn. 5:26-29, 2 P. 3:9-10, Jud. 14-15 vuelva

9 Sal. 102:25-27, Is. 24:19-20, 51:6, Mt. 5:17-18, He. 1:10-12 vuelva

10 Mt. 8:16, 24:35, Jn. 1:1, 14, He. 4:12-13, Ap. 19:13 vuelva

11 Is. 65:17, Col. 1:16-17, 2 Ts. 2:8, 2 P. 3:10-13, 1 Jn. 2:16-17, Ap. 11:18, 21:1-2 vuelva

12 Dn. 7:7-8, 19-26 vuelva

13 Ap. 17:9 vuelva

14 Dn. 7:23, Ap. 13:1-8, 17:1-2, 9-18, 18:1-3, 23-24, 19:2 vuelva

15 Is. 65:17, 2 P. 3:13, Ap. 21:1 vuelva

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Notas de la Oración:

1. Sal 51:5, Ro. 3:10-12, 23 vuelva

2. Mt. 26:63-64, 27:54, Lc. 1:30-33, Jn. 9:35-37, Ro. 1:3-4vuelva

3. Hch. 4:12, 20:28, Ro. 3:25, 1 Jn. 1:7, Ap. 5:9 vuelva

4. Sal. 16:9-10, Mt. 28:5-7, Mr. 16:9, Jn. 2:19, 21, 10:17-18, 11:25, Hch. 2:24, 3:15, Ro. 8:11, 1 Co. 15:3-6 vuelva

5. Lc. 22:69, Hch. 2:25-36, He. 10:12-13vuelva

6. Ro. 8:11, 1 Co. 3:16, Ap. 3:20vuelva

7. Ef. 2:13-22, He. 9:22, 13:12, 20-21, 1 Jn. 1:7, Ap. 1:5, 7:14 Ef. 2:13-22, He. 9:22, 13:12, 20-21, 1 Jn. 1:7, Ap. 1:5, 7:14 vuelva

8. Mt. 26:28, Hch. 2:21, 4:12, Ef. 1:7, Col. 1:14 vuelva

9. Ro. 10:13, Stg. 4:2-3 vuelva

10. He. 11:6vuelva

11. Jn. 8:11, 1 Co. 15:10, Ap. 7:14, 22:14vuelva

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