LÍDERES Y FÁBULAS

Por
Tony Alamo

¿Dónde están los hombres que quieren conocer las maneras del Señor y Su buena obra? Que vengan a la Santa Iglesia Cristiana Alamo. Yo, Tony Alamo, les enseñaré de la salvación del Señor y Su obra. Puse este oficio sagrado primero en mi vida, porque es más honorable ser el instructor de la gente de Dios que ser el rey de Jerusalén o el gobernador secular sobre cada nación.

Instruiré a todos a ser como Job.1 Sirve al Señor y odia las maneras malvadas de los hijos de los hombres.2 Nuestras almas tienen que estar envueltas en la instrucción del Señor, en conocimiento, y en entendimiento.3Entonces en sabiduría tenemos que retirarnos del mundo, sus asuntos, y de mujeres y hombres malvados, con la excepción de dispensarle a ellos la Palabra de Dios.4Tenemos que presentarnos ante la gente del mundo para poder enseñarle el camino que deben tomar y la obra que tienen que llevar a cabo para entrar en las maneras de Dios. Tenemos que proclamar este mensaje en todo lugar donde viva gente no salva.5

Dios nos ha revelado todo en Su Palabra y por el Espíritu Santo.6Nosotros que somos regenerados o renovados diariamente, es decir, bautizados diariamente con el Espíritu Santo, somos dirigidos por la dirección de Su Espíritu, que nunca se desvía de Su Palabra.7Cualquier revelación de Dios se tiene que confirmar siempre por la Palabra de Dios, la Biblia.8

NINGÚN TERRENO COMÚN

No hay ningún terreno común en la Biblia donde los Cristianos y los pervertidos puedan unirse en comunión.9En la Biblia no hay tal cosa como un Cristiano liberal.10En el Cielo tampoco se encuentran Cristianos uní-mundiales, liberales, ni de una nueva edad.11La Palabra de Dios no tiene ninguna tolerancia en absoluto para cualquier tipo de impiedad.12 No hay ningún punto en común donde se puede encontrar a Cristo y Sus seguidores con el diablo y aquellos que lo siguen porque Cristo y Sus seguidores no tienen absolutamente nada en común con Satanás ni los suyos.13Cristo habla francamente: “No he venido para traer paz [con el diablo, el mundo, el pecado, y la perversión], sino espada [la Palabra de Dios, la cual demuestra claramente que Él no vino a transigir o tener comunión con el diablo y sus seguidores. Él espera que Sus seguidores tengan la misma clase de intolerancia contra todo lo que se oponga a la Palabra de Dios14]” (Mt. 10:34).

La verdad no puede transigir, hacer trueques, ni negociarse con mentirosos.15Dios y la verdadera gente de Dios no transigirán, harán trueques, ni negociarán con el diablo.16Cualquier persona sabia, honesta y santa ya ha aprendido de la Palabra de Dios que es imposible sentarse en una mesa y negociar por paz con el diablo y su gente, aquellos que son conducidos por su espíritu maligno. Esto es porque la Biblia dice que Satanás “es mentiroso, y padre de mentira,” y nadie puede confiar en un mentiroso (Juan 8:44). Ni el diablo ni su gente podrían decir la verdad aunque trataran. La Biblia dice que Satanás “no viene sino para hurtar [todo lo que tienes, incluyendo tu alma] y matar [cualquier posibilidad que haya para que tu alma viva]” (Juan 10:10).

Si cualquier gobierno, persona o espíritu te dice que las perversiones como la eutanasia, la cual llaman “matanza en misericordia” pero que en realidad es asesinato y suicidio, el aborto, que es asesinato, el adulterio, la fornicación, la mentira, el dar falso testigo, la homosexualidad, el lesbianismo, el incesto, la bestialidad y todo otro pecado, son buenos y honorables asegurándote que si cometes tales perversiones tu alma aún entrará al Cielo, aunque te arrepientas o no; al comparar tales herejías con la Palabra de Dios, te darás cuenta fácilmente que son mentirosos.17 Éste no es el Espíritu de Dios ni los siervos del Señor que te están mandando a hacer estas cosas malvadas, sino los espíritus malignos o los siervos malignos de Satanás.

LA VERDADERA AUTORIDAD

Dios jamás ha puesto ningún gobierno o gente como ésta como Sus autoridades sobre Sus hijos porque ellos no son las verdaderas autoridades de Dios.18 Las autoridades de Dios, los gobernadores verdaderos de Dios, gobiernan según Su Palabra, no contra Su Palabra.

El décimotercer capítulo del libro de Romanos nos dice que las verdaderas autoridades de Dios son los ministros de la Palabra de Dios que están llenos del Espíritu. “Sométase toda persona a las autoridades superiores [que de nuevo en este capítulo son claramente presentados como los ministros de Dios]; porque no hay autoridad sino de parte de Dios, y las que hay [son ministros de Dios, aquellos que predican y enseñan las ordenanzas y los estatutos santos de Dios. Estos ministros], por Dios han sido establecidas[os]. De modo que quien se opone a la autoridad, a lo establecido por Dios resiste [La palabra “ordenanza” significa aquellos o aquello que es ordenado de Dios]; y los que resisten [la predicación de los ministros de Dios], acarrean condenación para sí mismos. Porque los magistrados [de Dios] no están para infundir temor al que hace el bien, sino al malo...haz lo bueno, y tendrás alabanza de ella; porque [el ministro de Dios] es servidor de Dios para tu bien. Pero si haces lo malo, teme; porque [el ministro de Dios] no en vano lleva la espada [la Palabra de Dios], pues [la autoridad de Dios] es servidor de Dios, vengador para castigar [predicando la venida de la ira de Dios contenida en Su Palabra hacia todos los pecadores no arrepentidos] al que hace lo malo [aquello que es contrario a la Palabra de Dios, tal como los pecados mencionados arriba]” (Ro. 13:1-4).

Nosotros que somos los ministros de Dios hemos sido llamados por Dios para predicarle el evangelio de arrepentimiento misericordioso, cariñoso, afectuoso y tierno, a todos los pecadores para que puedan ser salvos.19Será suficiente la pena de Dios en el día de juicio para todos los pecadores no arrepentidos sin la ayuda de la gentuza autoproclamada y llena de odio, que, en el nombre de Dios, le haría daño a incluso un cabello de la cabeza de estos pecadores no arrepentidos.20 Todo aquel que se designaría a sí mismo a tal cargo malvado como éste, seguramente cosechará la ira de Dios tanto como cualquier otro pecador no arrepentido. Dios dijo, “Mía es la venganza, Yo pagaré” (Ro. 12:19). Las autoridades, los poderes o principados de las tinieblas que están aquí en esta tierra haciendo aquello que es malvado u opuesto a Dios ciertamente no son ordenados por Dios. No son regenerados, están llenos de tinieblas y no conocen la verdad.21

Sabemos que Dios nunca contradice Su Palabra.22 Cualquier espíritu, persona, o gobierno que te diría que es de Dios pero condona los pecados antedichos o cualquier otro pecado no mencionado arriba, no tiene el poder ni la autoridad de Dios. Pero los ministros de Dios los van a “juzgar [a ellos y] a los [mismos] ángeles” (1 Co. 6:2-3). La Palabra de Dios nos dice que por medio de los gobiernos que tuercen las escrituras de Dios, Satanás “engaña al mundo entero” a creer que ellos mismos tienen el poder y la autoridad de Dios aunque están totalmente contra Dios (Ap. 12:9). Si tú fueras Dios, ¿elegirías a alguien que estuviera totalmente contra ti para gobernar por ti o ser tu representante en la tierra? Si no serías tan absurdo, entonces por favor cree que Dios tampoco es así de absurdo. Dios nos dice en Su Palabra que en los últimos días, un gobierno mundial malvado conducido por el espíritu de Satanás pensará “en cambiar los tiempos y la ley” (Dn. 7:25), y “a lo malo dicen bueno, y a lo bueno malo” (Is. 5:20).23 No seas engañado.24 Cree en la Palabra de Dios, la cual dice que las autoridades son los ministros de Dios.25

LA COMBINACIÓN NECESARIA

La Palabra de Dios sin el Espíritu no es suficiente para determinar prueba positiva de la verdad, así como el Espíritu sin la Palabra de Dios tampoco es suficiente para determinar la prueba positiva de la verdad hasta que sean comparados, uno con el otro.26 “La letra [de la Palabra sin el Espíritu] mata” (2 Co. 3:6). Es el Espíritu de Dios que trae vida y confirma la verdad de la Palabra.27 “Hablamos, no con palabras enseñadas por sabiduría humana, sino con las que enseña el Espíritu, acomodando lo espiritual [dado por el Espíritu a nuestro espíritu] a lo espiritual [la Biblia]” (1 Co. 2:13). La Palabra de Dios tiene que ser unida con el Espíritu de Dios para poder enviarle la vida de Dios a los espíritus de los hombres.28 El hombre regenerado de Dios, el predicador de la Palabra de Dios, es verdaderamente espiritual, pero también es un ser humano. Su naturaleza humana, su propia voluntad, se tiene que negar totalmente.29 Él tiene que ser completamente conducido por el Espíritu de Dios para presentar el evangelio según la voluntad de Dios.30

Las enseñanzas y el credo de una iglesia sin el Espíritu no son suficientes para la salvación del alma humana o la redención del cuerpo humano.31 De ninguna manera son la plenitud de lo que tiene que enseñarnos el Espíritu. Cuando nos dirigimos a las iglesias o al credo de la iglesia como el único medio necesario por el cual podemos ser salvos y aprender de Dios, inconscientemente cerramos nuestros corazones a la anticipación de cualquier otra enseñanza o dirección del Espíritu Santo, la cual nos daría una comprensión más clara y completa de las revelaciones y la dirección de la Palabra de Dios. Es muy peligroso para los Cristianos confiar solamente en lo que le enseña la gente porque están recibiendo solamente lo que su maestro puede estar recibiendo del Señor. El Señor desea que todos seamos dirigidos por el Espíritu.32 Él desea hablar con nosotros individualmente, enseñándonos a todos por el Espíritu, y luego hacernos comparar lo que Él nos enseña con la Palabra de Dios, la Biblia.33 De esta manera Él puede hablar con nosotros, predicar y testificarle a través de nosotros a quienes Él nos dirija.34

Las Palabras de Dios no son palabras ordinarias o comunes. Son poderosamente instructivas con mucha sustancia espiritual.35 “Son Palabras limpias, como plata refinada en horno de tierra [los cuerpos de hombres regenerados], purificada siete veces” (Sal. 12:6).36 Son más valiosas “que mucho oro afinado” (Sal. 19:10). La Palabra de Dios “más preciosa es que las piedras preciosas; y todo lo que puedes desear, no se puede comparar” a la Palabra de Dios (Pr. 3:15). Su más grande valor viene del hecho que son Palabras directamente de la boca de Dios.37 Son las mismas Palabras de la vida, poseyendo vida eterna para nuestras almas.38 Éstas son las palabras del “único y sabio Dios” (1Ti. 1:17). Si obtendremos vida eterna, tendremos que dejar que las Palabras de Dios entren en nuestros espíritus como Palabras de su origen divino.39

La Biblia nos dice que para entrar al Cielo40necesitamos la ayuda de Dios y Su Espíritu en nosotros, porque locura y debilidad son los nombres de todos aquellos que caminan según el mundo y la carne.41 Necesitamos recibir las incitaciones importantes del Espíritu de Dios a través de cada día.42 Éstas son instrucciones para que mantengamos nuestra vida eterna.43

CÓMO EVITAR LA TENTACIÓN

No podemos recibir las cosas de Dios por nuestra propia mente, nuestros sentimientos, nuestras emociones, o nuestras almas.44 El Espíritu Santo ha sido entregado a cada miembro regenerado del Cuerpo de Cristo, la Iglesia, no en su mente sino en su espíritu, para dirigirlos en toda verdad.45 La necesidad de que seamos dirigidos por el Espíritu Santo no es menos importante hoy de lo que era en el principio. Se necesita hacerlo hoy más que nunca, porque estamos viviendo en tiempos peligrosos.46 ¿Está el Espíritu revelándote paso por paso qué hacer cada día y todos los días? La joya de la corona del Cristianismo es ser dirigido por el Espíritu diariamente.47

Somos salvos por fe en la Palabra de Dios,48la cual es Cristo.49 Cuando somos bautizados diariamente con el Espíritu Santo, nuestra propia voluntad, nuestra carne, y los deseos del mundo son mortificados diariamente.50 Esta mortificación de nuestra propia voluntad, nuestra carne y los deseos del mundo se logra por nuestra concentración diaria en Cristo solamente. Nuestro único escape de la tentación es entregar todo nuestro corazón, toda nuestra alma, mente y fuerza a Cristo, quien es nuestra vida por el Espíritu Santo de Dios que está en Cristo y en nosotros que somos regenerados.51

Cuando los supuestos Cristianos me cuentan que son plagados por tentaciones diariamente, yo inmediatamente sé que no están constante y diariamente haciendo que sus espíritus se acerquen a Dios a través de Cristo por el Espíritu Santo, la Palabra. Ellos todavía no han entregado su propia vida entera a la muerte de Cristo para que puedan estar vivos en Su resurrección; continúan siendo tan carnales como los Cristianos carnales en 1 Corintios 3:3.

Una vez más, no hay otra manera de evitar la plaga de tentaciones sino entregando tu propia vida entera a la muerte de la cruz de Cristo para que puedas ser resucitado para tener el poder de Su Espíritu en ti sobre tu voluntad, y concentrarte en acercarte más a Cristo con el fin de ser dirigido por Su Espíritu cada minuto de cada hora de cada día.

“Un poco de levadura [una miradita al mundo, un poco de voluntad propia] leuda [o venena]” tu alma entera (Gá. 5:9). Si tú eres un discípulo de Cristo, no mirarás atrás hacia el mundo del yo y del pecado como lo hizo la esposa de Lot.52 Las tentaciones vienen cuando fijas tus ojos en cualquier persona o cualquier cosa más que Cristo.53 Por eso es que Dios creó el siguiente mandamiento primero y principal: “Amarás al Señor tu Dios con TODO tu corazón, y con TODA tu alma, y con TODA tu mente y con TODAS tus fuerzas” (Mr. 12:30). Si todavía no hemos recibido este mandamiento más importante que todos, tenemos que hacerlo inmediatamente entregando nuestra propia vida entera a la muerte de Cristo.54 Sin hacer ésto, no podemos ser resucitados en la resurrección de Cristo.55

Pablo declara una regla incambiable para que nos recordemos: “Si el Espíritu de Aquel que levantó de los muertos a Jesús mora en vosotros, el que levantó de los muertos a Cristo Jesús vivificará también vuestros cuerpos mortales por Su Espíritu que mora en vosotros” (Ro. 8:11). “Si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Él” (Ro. 8:9). Nuestra salvación y nuestro poder sobre la tentación no es por nuestro propio poder o nuestra fuerza, “sino con Mi Espíritu [viviendo y obrando en ti], ha dicho Jehová de los ejércitos” (Zac. 4:6). Solo el Espíritu de Dios sabe lo que le pertenece a la mente de Dios, y solamente el Espíritu tiene la capacidad de transportar la mente de Dios a la de nosotros que somos miembros del Cuerpo de Cristo, la verdadera Iglesia.56

El Espíritu Santo no solo sabe todo lo que sabe el hombre, sino todo lo que el hombre no sabe.57 Dios, por Su Espíritu de revelación, escudriña todo.58 Dios puede revelar por el Espíritu Santo las cosas que nuestros corazones nunca pueden concebir.59 Nosotros, por mucho pensamiento, no podemos traer ninguna revelación o milagro de Dios porque incluso el corazón del hombre no puede concebir ninguna revelación o milagro de Dios por sí mismo.60 Las revelaciones o los milagros de Dios solo pueden venir de Dios.61 Son las cosas que sólo el Espíritu Santo puede revelar o hacernos, porque solamente el Espíritu Santo sabe cuál es la mente de Dios.62 También, nuestra mente no le puede ayudar a Dios a revelarnos una revelación, porque no es posible que las revelaciones de Dios vengan de nuestras meras mentes humanas.63

Toda revelación de Dios es transmitida solamente a nuestros espíritus, y se transmite solamente a nuestros espíritus por el Espíritu de Dios. 1 Corintios 2:11-12 revela una revelación de Dios a nosotros en las siguientes palabras: “Porque ¿quién de los hombres sabe las cosas del hombre, sino el espíritu del hombre que está en él? Así tampoco nadie conoció las cosas de Dios sino el Espíritu de Dios. Y nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo, sino el Espíritu que proviene de Dios, para que sepamos lo que Dios nos ha concedido,” tal como la salvación, una amplia variedad de milagros, y dones espirituales.64

Es sólo el Espíritu Santo que comprende las cosas de Dios.65 Él es el único en el universo que puede comunicarnos el conocimiento de Dios, es decir, a nuestros espíritus, nunca a nuestras mentes.66 El espíritu humano no es capaz de conocer las cosas de Dios sin la transmisión de las cosas de Dios por el Espíritu Santo a nuestro espíritu humano vitalizado, regenerado.67 Esto es extremadamente necesario en estos últimos días, porque “se levantarán falsos Cristos, y falsos profetas, y harán grandes señales y prodigios, de tal manera que engañarán, si fuere posible, aun a los escogidos” (Mt. 24:24). Esa posibilidad sólo puede existir si no estamos comparando las cosas espirituales que están oyendo nuestros espíritus del Espíritu de Dios con la Palabra de Dios.68

LA MENTE DE DIOS

La Palabra de Dios es la mente revelada de Dios. Por Su Espíritu, Su Palabra, la Biblia, sabemos lo que piensa Dios, lo que le gusta y no le gusta.69 Nosotros mismos no podemos comunicar ninguna cosa iluminada y divina al mundo a través de nuestros cuerpos, porque nuestras mentes, nuestros cuerpos, nuestras almas y nuestros espíritus humanos no pueden producir ninguna revelación santa por sí mismos. Pero si somos regenerados, naciendo de nuevo del Espíritu de Dios, entonces el Espíritu de Dios, que conoce la mente de Dios, vivifica nuestros espíritus humanos a la vida de Dios.70 Solo entonces podrán los espíritus humanos regenerados conocer revelaciones de Dios y aprender más claramente las cosas de Dios para que el Espíritu de Dios en nuestros espíritus humanos regenerados puedan crecer diariamente en nosotros a la plenitud de Cristo Jesús.71

Quizás te preguntarás entonces, “¿Cómo podemos conocer la revelación del Espíritu de Dios?” Una vez más, la Biblia dice claramente que conoceremos las revelaciones de Dios por el Espíritu de Dios que las revela “a nuestro espíritu” (Ro. 8:16).72 Esta es la mente de Dios que está en Cristo y que está entregada al Cuerpo de Cristo, la Iglesia, Su Novia, por el Espíritu Santo en Su Palabra, la Biblia.73 “Pero Dios nos las reveló a nosotros [los miembros de Su Cuerpo, Su Iglesia, Su Novia] por el Espíritu; porque el Espíritu [de Dios] todo lo escudriña, aun lo profundo de Dios” (1 Co. 2:10).

EL ÚNICO LUGAR

Cuando Dios, por Su Espíritu Santo, revela lo referente a Sí Mismo o a nosotros, Él, de nuevo, no lo pronunciará a nuestros cuerpos, a nuestras almas, mentes, emociones, o a nuestros sentimientos. Él lo revelará solamente a una facultad de nuestro ser, y ése es nuestro espíritu humano vitalizado.74 Dios nos dice que éste es el único lugar en el hombre que puede entender las cosas del hombre y, cuando es regenerado, las cosas de Dios.75 La mente humana no es el lugar que conoce las cosas de Dios.

Cuando los espíritus de los hombres no son regenerados y están muertos en pecados y transgresiones, Dios no tiene ningún modo de revelarle Su mente a ellos.76 La excepción es cuando alguien recibe una revelación, como le sucedió al Apóstol Pablo en camino a Damasco, donde recibió una visión sobrenatural y oyó la voz del Señor en voz alta,77y como me sucedió a mí cuando el Señor, por revelación en una oficina en Beverly Hills, California, se me reveló.78 Muchos otros han recibido revelaciones de Dios de esta manera.

El hombre más inteligente del mundo no conoce ni puede conocer la mente de Dios usando sus propias facultades humanas.79 Nuestros espíritus tienen que ser regenerados para que Dios esté en comunión con nosotros, para que nosotros tengamos comunión con Él, y para que lo podamos adorar.80 Dios y los hombres estamos separados sin esperanza a menos que seamos dados la vitalidad de la vida de Dios.81 Dios no se comunica con los hombres sino por Su Espíritu, ni los hombres con Él sino por el espíritu del hombre.82

VOLUNTAD LIBRE

Dios nos ha dado a todos una voluntad libre--todos somos agentes mortales libres.83 Podemos decidir nuestros propios asuntos. Por eso es que los Cristianos continúan cayendo en tantas tentaciones después de ser salvos. Demasiados Cristianos imprudentes se rehusan a leer la Palabra de Dios diariamente para que sus espíritus puedan ser renovados, regenerados, lo cual es lo mismo que ser bautizados con el Espíritu Santo diariamente,84el cual es el único poder que puede mantener su voluntad y su carne mortificadas y crucificadas diariamente.85 Además, sin leer la Palabra diariamente, se olvidarán que es con su espíritu que ellos se comunican con Dios, y que Dios se comunica con sus espíritus con revelaciones espirituales por medio de Su divino Espíritu Santo.86 Otra vez, Dios sólo aceptará que el espíritu del hombre se comunique con Él. “Dios es Espíritu; y los que le adoran, en Espíritu y en verdad es necesario que adoren” (Juan 4:24).

Tantos creyentes todavía son conducidos por sus mentes o emociones. En mis treinta y seis años en el ministerio, he visto a millones supuestos Cristianos ignorando totalmente la voz de la revelación de Dios de Sí Mismo, “El Verbo” (Juan 1:1, 14, Ap. 19:13). No le hacen caso al Espíritu que conoce la mente de Dios, el Espíritu que sabe dónde Él quiere que vayan, lo que Él quiere que digan, y lo que Él quiere que hagan.87 Ellos pierden todas las incitaciones de Dios.

Los hombres y las mujeres no regenerados escriben sus propias Biblias en muchas maneras para poder vivir según su propia voluntad. Proceden vivir una vida que determinan ser razonables para sí mismos, una vida llena de lo que ellos piensan ser hermoso, encantador, interesante, y aceptable para su propia voluntad. Muchos usan su propia mente llena de ideas, y su propio corazón lleno de recursos obstinados, sin importarle que no están haciendo la voluntad de Dios. Inevitablemente perseguirán sus impulsos o con lo que piensan ser más lógico que la mente de Dios, la revelada Palabra de Dios, el Espíritu de revelación, jamás ocurriéndole escuchar al Espíritu de Dios que nos transmite la mente de Dios así como Sus revelaciones para nuestro bienestar.88 Es al pensamiento de la mente de Dios que tenemos que prestarle atención89cuando nos es transmitido, expresado por el Espíritu Santo.90 Estos tipos de Cristianos, ocasionalmente, están dispuestos a oír la voz de revelación, pero rehusan mantener callada la voz chillona de sus sentimientos, sus emociones, su propia voluntad y sus propias maneras.91 Siempre se encuentran sumergidos en confusión, y su vista espiritual es débil, obscura un día y nebulosa el siguiente. Para ellos, entregar sus vidas a la muerte de Cristo para poder ser resucitados a Su vida no es posible porque son atraídos por Satanás de una manera u otra hacia pocas de los muchos millones de diversiones que él tiene en el mundo.92 No tienen el deseo de estructurar sus vidas según el Espíritu de Dios. Tampoco quieren que Su Palabra se desarrolle constantemente en estatura por la constante comunión entre su espíritu y el Espíritu de Dios para que puedan experimentar la misma clase de vida que cada miembro del verdadero Cuerpo de Cristo experimenta diariamente por su comunión con Dios y de Dios con ellos.93

FÁCIL DE ENTENDER

El conocimiento de la voluntad de Dios es fácil de entender.94 Dios lo hizo fácil para que nosotros los seres humanos, por Su Espíritu a nuestro espíritu, podamos conocer Su voluntad para nosotros y saber Su plan.95 La revelación de la voluntad de Dios y Su plan no es conocida por el hombre no salvo, pero todo se puede conocer por cualquier hombre o mujer que desee conocer las maneras del Señor y desee que Él haga Su buena obra en él.96

Es el fin de todas las edades.97 Estamos viviendo en los últimos días. El fin del tiempo se ha acercado (Ap. 22:10). Seamos como niños pequeños ante cada Palabra de Dios, recibiéndola con sumo deseo para conocer la mente de Dios y nunca dudarlo o cuestionarlo a Él.98 Nunca más dejémonos ser dirigidos por nuestro propio entendimiento de Dios, usando nuestras meras facultades humanas (Pr. 3:5). Si estás dispuesto ser un niño pequeño ante cada Palabra de Dios, humillándote ante Sus divinas enseñanzas, entonces comienza con el primer paso hacia la vida eterna en Cristo Jesús, diciendo esta oración:

Oración

Mi Señor y mi Dios, ten misericordia de mi alma pecadora.1 Yo creo que Jesucristo es el Hijo del Dios Viviente.2 Creo que Él murió en la cruz y derramó Su preciosa sangre por el perdón de todos mis pecados. 3 Creo que Dios resucitó a Jesús de entre los muertos por el poder del Espíritu Santo4 y que Él está sentado a la mano derecha de Dios en este momento, escuchando mi confesión de pecado y esta oración. 5 Abro la puerta de mi corazón, y Te invito en mi corazón Señor Jesús. 6 Lava todos mis pecados sucios en la preciosa sangre que Tú derramaste por mí en la cruz del Calvario. 7 Tú no me rechazarás, Señor Jesús; Tú perdonarás mis pecados y salvarás mi alma. Lo sé porque Tu Palabra, así lo dice. 8 Tu Palabra dice que Tú no rechazarás a nadie, y eso me incluye a mí.9 Por eso, sé que me has escuchado, sé que me has contestado, y sé que soy salvo.Por eso, sé que me has escuchado, sé que me has contestado, y sé que soy salvo.10 Y Te doy gracias, Señor Jesús, por salvar mi alma, y Te mostraré mi agradecimiento haciendo como Tú mandas y no pecar más. 11

Usted acaba de completar el primer paso en una serie de cinco pasos que se requieren para recibir la salvación. Su segundo paso es negarse a sí mismo y aceptar la cruz cada día con el propósito de mortificarse, es decir, para darle muerte a su propia voluntad, a su ser autosuficiente, y al mundo con todos sus deseos. Todos estos tienen que ser bautizados en la muerte de Cristo. El tercer paso es su resurrección de la vida satánica de Adán a la vida libre de pecados de Cristo. El cuarto paso es su ascensión a una posición de autoridad para reinar por Dios en la tierra, y el quinto paso es reinar por Dios en la tierra hasta el fin con el propósito de traer el reino del Cielo a la tierra. Usted tiene que aprender la Palabra de Dios, luego someterse y hacer lo que la Palabra dice, para que la Iglesia y el mundo puedan ver pruebas de su sumisión a la Palabra de Dios, Su orden, y Su autoridad en usted y por usted.
Alabado sea el Señor. Que Dios lo recompense abundantemente.

Pastor Mundial Tony Alamo


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© Propiedad literaria mayo, 2001 Todo derecho reservado Pastor Mundial Tony Alamo ® Registrado mayo, 2001


Notas del "LÍDERES Y FÁBULAS ":vuelva arriba

1 Job 1:1, 8, 2:3-10, 1 P. 3:10-12 vuelva

2 Sal. 5:4-5, 45:7, 97:10, 101:2-8, 119:104, Sal. 128, 163, 139:21-22, Pr. 8:13, Am. 5:15, 1 Ts. 5:22, He. 1:8-9, 1 P. 3:11, Ap. 2:6 vuelva

3 Pr. 1:2-7, 22-23, 2:1-12. 4:5-13. 5:1-2, 7, 8:8-11, 12-17, 20, 32-36, 9:1, 9-11, 10:13-14, 17, 12:1, 16:22, 18:15, 19:20-21. 22:17-19, 23:12, 23, Os. 4:6, 1 Co. 1:4-5, 15:34, 2 Co. 8:7, Ef. 1:16-19, Fil. 1:9-11, 3:7-11, Col. 1:9-11. 2:2-3, 2 Ti. 3:16-17, 2 P. 1:5-9, 3:18 vuelva

4 Mt. 9:11-13, 10:7-8, 14-16, Mr. 16:15-18, Jn. 15:17-19, Hch. 13:46-52, Ro. 10:13-15, 2 Co. 5:17-21, Col. 1:25-29, 1 Jn. 2:15-17, 3:1 vuelva

5 Mt. 11:5-6, Mr. 16:15-18, Hch. 2:38-41, 10:42-44, 16:9-10, Ro. 10:13-17, 1 Co. 1:17-24, 9:16, Ef. 3:2-10 vuelva

6 Sal. 119:105, Pr. 1:23, Lc. 2:25-26, 12:11-12, Jn. 1:1-4, 14:26, 16:7, 12-15, 1 Co. 2:9-13, Ef. 3:4-5, 17-19, 1 Jn. 2:20, 27 vuelva

7 Lc. 9:23-24, Jn. 3:5-6, 6:63, 8:31-32, 10:3-4, 15:9-11, Ro. 8:1, 11:22, 1 Co. 15:31, Gá. 2:20, Fil. 3:8-16, Col. 1:21-23, 4:2, 1 Jn. 2:24-25 vuelva

8 Sal. 138:2, 119:89, Is. 40:8, Jn. 6:63, 1 Co. 2:12-13, 15, 2 P. 1:19-21, 1 Jn.. 4:1 vuelva

9 2 Co. 6:14-18, Ef. 4:27, 5:11, 1 P. 2:9, Stg. 4:7 vuelva

10 Mt. 13:41-42, 49-50, 25:1-30, Jn. 15:14, Ef. 4:4-6, 5:27, 1 Ti. 6:14, He. 10:38, 13:4, Stg. 2:10, 2 P. 3:14, 1 Jn. 2:4, 3:8-10, Ap. 21:8, 22:15 vuelva

11 Sal. 24:3-5, 97:10, 119:1-3, Is. 26:2, 35:8, Mt. 12:33, Lc. 1:74-75, Ap. 3:1-4 vuelva

12 Dt. 32:18-25, 1 Cr. 28:9, Pr. 1:25-33, Is. 24:19-23, Jer. 6:19, 7:25-29, Nah. 1:2-6, Mt. 7:17-23, 23:13-17, 33, Gá. 5:19-21, Ef. 5:5-6, 2 Ti. 2:16, Tit. 2:11-12, He. 6:4-8, 10:26-31, Ap. 14:9-11, 16:1-11, 17-21 vuelva

13 Sal. 1:1-6, 5:4-6, 7:11, 45:7, 97:10, 101:3, 119:104, Sal. 128, 139:21-22, Sal. 163, Am. 3:3, Mt. 6:24, Ro. 1:18-25, 8:7-8, 1 Co. 10:21, 2 Co. 6:14-16, Ef. 4:22-24, 5:3-11, Stg. 4:4, 1 Jn. 1:5-6 vuelva

14 Sal. 97:10, Pr. 8:13, Am. 5:15, Ef. 4:26, 2 Co. 6:14-18, Ap. 3:1-3, 15-16 vuelva

15 Dt. 32:4, Sal. 5:6, Pr. 6:16-17, 10:30-31, Ap. 22:14-15, 21:8, 10, 27 vuelva

16 Jn. 12:35, 46, Hch. 26:17-18, 2 Co. 6:14-16, Ef. 5:8-11, 1 P. 2:9, 1 Jn. 1:5 vuelva

17 Gn. 9:5-6, Ex. 20:13-14, 16, Lv. 18:6-20, 22-24, 20:10-17, 19-21, Nm. 35:16-18, 30-31, Dt. 5:17, Mt. 19:18, Mr. 7:20-23, Lc. 18:20, Gá. 5:19-21, 1 Jn. 3:15, Ap. 21:8, 22:15 vuelva

18 Is. 5:20-24, Dn. 7:25 vuelva

19 Mr. 16:15-16, Jn. 3:16-18, Ro. 10:8-15, 1 Co. 1:21-30, 15:1-11, 1 Ti. 2:1-7 vuelva

20 Sal. 1:4-6, 9:17, 21:8-9, Mt. 3:12, 25:32-33, 41-46, Ef. 5:5-6, He. 10:30-31, 2 P. 2:12-22, Jud. 5-7, 12-15, Ap. 2:23, 20:12-15, 21:8 vuelva

21 Jn. 3:19-20, Ef. 5:11-12, 6:11-12 vuelva

22 1 S. 15:29, Sal. 89:34, Tit. 1:2 vuelva

23 Sal. 52:1-7, Pr. 17:13, Ro. 2:8-9, 2 Ts. 2:10-12, 3 Jn. 1:11, Ap. 13:4-6 vuelva

24 Mt. 24:4-5, 24, 1 Co. 6:9, Ef. 4:13-14, 5:6, 2 Ti. 3:12-17, 1 Jn. 3:7-10 vuelva

25 Ro. 13:1-7 vuelva

26 Pr. 6:20-23, Zac. 4:6, Mt. 22:29, Mr. 13:31, Jn. 5:24, 6:63, 14:26, 16:13-14, Hch. 4:31, Ro. 1:9, 8:1-4, 10:17, 1 Co. 2:12-13, 2 Co. 3:5-6, 3:3, 5-6, Ef. 6:10-18, 1 Ts. 1:5, 2 Ti. 3:14-17, 2 P. 1:19-21, 1 Jn. 4:1, 5:6-7 vuelva

27 Jn. 6:63, Ro. 8:6, 10, 2 Co. 3:6, Gá. 6:8 vuelva

28 Jn. 4:24, 15:26, 17:19-22, 1 Co. 2:4-5, 1 Ts. 1:5-6, 1 P. 1:12, 1 Jn. 5:7, 20 vuelva

29 Lc. 9:23-25, Ro. 8:1, 12-13, Fil. 3:7-9, Col. 3:5-6, Tit. 2:12, 1 P. 4:1-2. Ap. 12:11 vuelva

30 Lc. 12:11-12, Jn. 3:5, 6:63, 14:26, 16:13-14, Ro. 8:11, 2 Co. 6:16-18, Gá. 2:20, Ef. 3:16-21, Col. 1:27-29, 1 Jn. 2:27 vuelva

31 Jn. 3:3, 5-6, 14:15-23, 15:4-5, 17:22-23, Ro. 6:3-14, 8:10, 23-27, 1 Co. 3:16-17, 6:15, 19-20, 15:45, Gá. 2:20, Ef. 4:30, Col. 1:9-14 vuelva

32 Ez.. 36:27, Jn. 14:15-20, 23, 26, 15:1-11, Ro. 8:1, 10-14, 26-28, 1 Co. 3:9, 15:10, Gá. 5:16, 25 vuelva

33 Mt. 7:7-8, Lc. 12:11-12, Jn. 3:5, 10:3-4, 14:23-24, 26, 15:3, 7, 16:13-14, Ro. 8:14, 10:17, Gá. 5:22-25, Fil. 2:12, Col. 3:1-3, 16, 2 Ti. 2:15, 3:14-17, He. 11:6, 1 Jn. 2:20, 27 vuelva

34 Mr. 13:11, Lc. 12:11-12, Hch. 1:8, 2 Co. 5:18-21 vuelva

35 Sal. 138:2, Is. 40:8, Jer. 23:29, Mt. 24:35, He. 4:12, 11:3, 1 P. 1:24-25 vuelva

36 Sal. 119:140, Pr. 30:5, 2 Ti. 3:15-17 vuelva

37 Ex. 34:4, 10, 27-28, 32, Dt. 4:12-14, 5:3-26, 10:4, Mt. 4:4 vuelva

38 Job 23:12, Sal. 19:7-11, 94:12, 107:20, 111:7-8, 138:2, Jn. 1:1-5, 5:24-26, 6:63, 68, Hch. 13:48, 2 Ti. 3:16-17, He. 4:12, 2 P. 1:21, 1 Jn. 1:1-2 vuelva

39 Zac. 7:11-12, 2 Co. 3:6, 1 Ts. 1:5, 2 Ti. 3:15-17, 1 P. 1:11-12, 2 P. 1:21, 1 Jn. 1:5, Ap. 1:1-2, 11, 22:6-7 vuelva

40 Is. 64:8, Jn. 10:1, 7, 9, 14:6, 15:5-7, Ro. 8:37, 1 Co. 1:25, 2 Co. 12:9-10, Fil. 4:13, 1 Jn. 2:13-14 vuelva

41 Pr. 15:21, 16:22, Eccl. 1:17, 2:3, 12-13, 10:16, Is. 9:17, Mt. 26:41, Hch. 20:35, Ro. 4:19, 8:3, 1 Co. 1:25-31, 27, 2:3-5, 13:4, 15:43, 2 Co. 12:9-10, 13:4, Gá. 4:9, 2 Ti. 3:1-9, He. 11:34 vuelva

42 Lc. 12:11-12, Jn. 14:26, 16:13-15, Ro. 8:1, 4, 2 Ti. 4:1-2 vuelva

43 Gn. 5:22, Mr. 1:12, Jn. 6:63, 14:26, 15:8, 14, Ro. 8:1-2, 13-17, 15:13, 1 Co. 14:15, Gá. 5:25, 6:8, 1 Jn. 2:4-5 vuelva

44 Zac. 4:6, Lc. 12:11-12, Jn. 3:5, 4:23-24, 16:13-14, Ro. 8:11, 26-27, 10:17, 1 Co. 2:10, 12, Fil. 2:5, 3:3, 2 P. 1:19-21 vuelva

45 Lc. 24:49, Jn. 14:16-20, 26, 15:26, 16:7-15, Hch. 1:4-5, 2:1-4, 38-39, 5:32 vuelva

46 Is. 14:16-17, Jer. 30:7, Dn. 11:31, 12:1, Mt. cap. 24, 25:13 Mr. 4:24, Lc. 18:1, 21:27-28, 36, Ef. 4:27, 2 Ts. 2:10-12, 2 Ti. 3:1-5, He. 10:25, 12:26-29, 1 P. 5:8-9, Ap. 2:10, 6:10-11, 8:13, 12:9, 12, 15:1, 21:9 vuelva

47 Gn. 5:22, Jos. 1:8, Lc. 12:11-12, Jn. 3:5, 14:26, 6:63, Ro. 8:1, 3-6, Gá. 5:16, 6:8 vuelva

48 Dt. 8:3, Mt. 4:4, Mr. 16:16, Jn. 1:1, 14, Hch. 15:11, 16:31, Ro. 10:9, 13, Col. 1:16-17, 21-23 vuelva

49 Mt. 1:23, Jn. 1:1, 14, 1 Jn. 1:1-3, Ap. 19:11-13 vuelva

50 Ro. 8:1, 13, 12:2, 1 Co. 15:31, 2 Co. 4:16, Gá. 5:24-25, Ef. 4:23-24, Col. 3:5-11, Tit. 3:5 vuelva

51 Sal. 5:11, 18:1-3, 30, Is. 26:3-4, Mt. 26:41, Ro. 8:1, Gá. 5:16-17 vuelva

52 Gn. 19:15-26, Lc. 9:62, 2 P. 2:20-22 vuelva

53 Gn. 19:15-26, 2 S. 11:2-5, Pr. 16:18, Mt. 14:28-31, Stg. 1:14-15 vuelva

54 Mt. 13:44-46, Lc. 9:23-26, 14:26-27, Jn. 5:24, 12:24-26, Ro. 6:3-11, 8:13-14, 1 Co. 15:31, Gá. 2:20, 5:24 vuelva

55 Ro. 6:3-11, 1 Co. 15:16-23, 2 Co. 4:11, 13-14, Fil. 3:10-14, Col. 3:1-4 veulva

56 Jn. 14:20, 17:22-23, 1 Co. 2:10-12, 6:17, 19-20 vuelva

57 Is. 59:19, Ro. 8:27, 11:33-36, 1 Co. 2:7-9, Ef. 3:8 vuelva

58 Sal. 139:1-16, Ro. 8:26-27, 1 Co. 2:10-11 vuelva

59 Job 32:7, Lc. 12:11-12, Jn. 4:14, 7:38-39, 14:26, 15:26, 16:12-14, 1 Co. 2:7-10 vuelva

60 1 S. 16:7, 1 R. 8:39, 1 Cr. 28:9, Sal. 44:21, Pr. 5:21, 16:1, Jer. 17:9-10, Ro. 8:27, He. 4:12, Ap. 2:23 vuelva

61 Ro. 11:33-36, 16:25-27, 1 Co. 2:11-12, Ef. 1:8-11, 3:4-5, Col. 1:15-19, 26-27 vuelva

62 Dn. 2:1-30, Mt. 16:13-17, Lc. 2:25-26, 1 Co. 2:6-16, Col. 2:2-3 vuelva

63 Job 11:7-11, 37:5, 23-24, Jn. 3:3-6, Ro. 8:26-27, 1 Co. 2:14 vuelva

64 Mt. 10:7-8, Ro. 8:32, 1 Co. 12:7-11, 13, Ef. 2:5-6, Ap. 21:6, 22:17 vuelva

65 Job 37:5, 14-16, 23-24, Ro. 8:26-27, 11:34-35, 1 Co. 2:7-16 vuelva

66 Lc. 12:11-12, Jn. 14:26, 1 Co. 1:18, 21, 2:4-7, 12:7-11, 13, Ef. 1:17, 3:4-5 vuelva

67 Ro. 8:7-8, 11:33-35, 1 Co. 2:12, 14-16 vuelva

68 Mt. 24:4-5, 11, 24, Lc. 21:8, Ef. 4:14, 5:6, 2 Ts. 2:3, 1 Jn. 3:7, 2 Jn. 7 Ap. 12:9, 20:3,8 vuelva

69 Gn. 19:24-26, Ex. 20:5-7, Dt. 4:1-49, 28:1-68, Sal. 78:41-72, 119:9,11, Ez. 3:19, 18:24, Nah. 1:3, 2 Co. 5:10-11, 2 P. 2:4-9 vuelva

70 Jn. 3:3, 5-6, 5:21, 6:63, Ro. 4:17, 6:3-14, 8:11, Ef. 2:1-6, Col. 2:10-13, 1 P. 1:3, 23, 3:18 vuelva

71 Jos. 1:8, Mt. 6:11, Lc. 9:23-24, Jn. 8:31-32, 15:9-12, Hch. 17:11, Ro. 11:22, 1 Co. 15:31, Col. 1:9-10, 1 Ts. 4:1, 2 Ts. 2:14-15, 1 Jn. 2:24-25 vuelva

72 Jn. 4:24, Ro. 1:9, 8:4-10, 15-16, 1 Co. 2:10-14, 12:13 vuelva

73 Ro. 8:4-10, 15-16, 1 Co. 2:10-16, 12:13 vuelva

74 Jn. 4:23-24, Ro. 1:9, 1 Co. 2:9-16, 14:15 vuelva

75 1 Co. 2:10-15 vuelva

76 1 Co. 2:14, Ef. 2:1-3 vuelva

77 Hch. 9:1-22, Gá. 1:11-24 vuelva

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79 Jn. 6:63, 1 Co. 1:17-19, 2:14, 3:18-20 vuelva

80 Ro. 6:3-11, 8:1-16, 12:2, Ef. 2:12-22, Fil. 3:8-11, Tit. 3:4-7, 1 Jn. 1:5-7 vuelva

81 Jn. 1:1-4, 6:33-35, 40, 47-48, 68, 14:6, Ro. 7:5-6, Ef. 2:12-22, 1 Jn. 5:11-13 vuelva

82 Jn. 4:24, 6:63, Ro. 1:9, 2:29, 7:6, 8:1-2, 4, 9, 11, 13-14, 16, 26, 1 Co. 2:4, 10-14, 3:16, 6:11, 17, 19-20, 12:3-11, 2 Co. 3:6, Gá. 5:5, 16, 25, 6:8, Ef. 2:18, 22, 6:17-18, 2 P. 1:21, 1 Jn. 3:24, 4:2, 13, Jud. 20 vuelva

83 Gn. 2:16-17, 3:1-6, Dt. 5:29, 30:19, Jos. 24:15, 2 Cr. 36:15-16, Sal.95:8, Pr. 1:24-31, Is. 1:18-20, Jer. 7:23-24, He. 11:24-25 vuelva

84 Sal. 36:9, 119:105, Pr. 13:14, 14:27, Jn. 4:14, Hch. 2:38, Ap. 21:6-8 vuelva

85 Jos. 1:8, Sal. 119:9, Lc. 9:23-24, Jn. 5:24-25, 8:31-32, 14:23, 15:3, 7-11, 1 Co. 15:31, Col. 1:9-11, 21-23, 1 P. 1:23-25, Stg. 1:21-25, 1 Jn. 2:24-25 vuelva

86 Jn. 6:63, 14:6, 2 Ti. 3:16, 2 P. 1:21 vuelva

87 Mt. 6:25-33, 10:19-20, Ro. 8:27, 1 Co. 2:10, 12-13, 16 vuelva

88 Ro. 8:4-6, 9-14, 1 Co. 2:4-5, 12-16, Ef. 5:8-9 vuelva

89 Mt. 24:4-5, Mr. 13:33, Lc. 11:35, Ro. 13:14, Gá. 3:26-27, Ef. 4:20-27, Col. 3:9-17, 1 Jn. 4:1-3 vuelva

90 Ro. 8:1, 4-5, Gá. 5:16-17, Ef. 5:15-18 vuelva

91 Mt. 13:20-22, Stg. 1:6-8, 14-15, 2 P. 2:14-15, 3:16-17 vuelva

92 2 Ts. 2:8-13, 2 P. 2:12-15, 17-22 vuelva

92A. vuelva

93 Lc. 9:23, 18:1, 21:36, 1 Co. 15:31, Gá. 2:20, 5:19-25, 1 Ts. 5:17, He. 3:12-15 vuelva

94 Mt. 11:28-30, 19:16-17, 21, 22:37-40, Jn. 5:39, 1 Co. 2:6-16, Ef. 1:17-23, 3:3-5, Col. 1:9-10, 1 Jn. 5:19-20 vuelva

95 Jn. 6:45, Ro. 1:16-17, 10:9, 16:25-26, Ef. 1:3-14, 18-23, 3:1-6, 9-11, Col. 1:23, 26-27, 2 Ti. 1:9-10 vuelva

96 Ro. 8:1, 13:14, 15:6-7, 1 Co. 2:6-16, Gá. 5:24, 6:8, Ef. 4:21-24, Fil. 2:4-5, 1 P. 4:1-2 vuelva

97 Sal. 102:25-26, Is. 24:17-20, 51:6-8, Mt. 5:18, 24:3-51, He. 1:10-12, 2 P. 3:3-12, Ap. 20:11-15 vuelva

98 Mt. 18:3-4, Ef. 5:1-2, 8-11, 2 Ti. 3:14-17, 1 P. 2:2 vuelva

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Notas de la Oración:

1. Sal 51:5, Ro. 3:10-12, 23 vuelva

2. Mt. 26:63-64, 27:54, Lc. 1:30-33, Jn. 9:35-37, Ro. 1:3-4 vuelva

3. Hch. 4:12, 20:28, Ro. 3:25, 1 Jn. 1:7, Ap. 5:9 vuelva

4. Sal. 16:9-10, Mt. 28:5-7, Mr. 16:9, Jn. 2:19, 21, 10:17-18, 11:25, Hch. 2:24, 3:15, Ro. 8:11, 1 Co. 15:3-6 vuelva

5. Lc. 22:69, Hch. 2:25-36, He. 10:12-13 vuelva

6. Ro. 8:11, 1 Co. 3:16, Ap. 3:20 vuelva

7. Ef. 2:13-22, He. 9:22, 13:12, 20-21, 1 Jn. 1:7, Ap. 1:5, 7:14 Ef. 2:13-22, He. 9:22, 13:12, 20-21, 1 Jn. 1:7, Ap. 1:5, 7:14 vuelva

8. Mt. 26:28, Hch. 2:21, 4:12, Ef. 1:7, Col. 1:14 vuelva

9. Ro. 10:13, Stg. 4:2-3 vuelva

10. He. 11:6 vuelva

11. Jn. 8:11, 1 Co. 15:10, Ap. 7:14, 22:14 vuelva

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