EL ESPEJO

Por Tony Alamo

Unos cuantos años después de ser nacido de nuevo del Espíritu, vi al Señor Jesucristo con mis ojos abiertos. Susan estaba dormida y yo totalmente despierto. El cuarto estaba muy oscuro cuando se me apareció un Espíritu semejante a un tubo fluorescente midiendo tres a cuatro pies. Entró al cuarto con un silbido, y con otro silbido se transformó en un espejo ovalado, enmarcado en oro. Jesús estaba sentado en el espejo, en un sillón parecido a un trono de color violeta, ribeteado en oro. La tela violeta parecía terciopelo. El respaldo del sillón casi le llegaba a la coronilla. No habían marcas en Su frente ni cicatrices de clavos en Sus manos ya que en el Cielo todo y todos son perfectos. No hay imperfección en el Cielo. Por tanto, la canción que dice: “Lo conoceré por las huellas de los clavos en Sus manos” no concuerda con las Escrituras. Ninguna marca infligida por Satanás entrará al Reino de los Cielos.

Jesús estaba vestido en blanco, y coronando Su cabellera negra y rizada, una corona dorada y fina, midiendo media pulgada. Tan natural y apropiada se le veía la corona que me pregunté por qué la gente del mundo con buena cabellera no la usa. Esa corona se veía mucho mejor que un sombrero. De nuevo, yo estaba totalmente despierto y la visión fue en colores vivos.

Jesús no es rubio, de ojos azules con el cabello largo y greñudo. Tenía el mismo color de piel que yo, color oliva, lo cual todos en mi vida llaman caucásico. De nuevo, tenía el cabello negro y grueso, y una corona de oro como de media pulgada de grosor. Estaba perfectamente colocada sobre Su coronilla como si estaba supuesta estar ahí. Y de nuevo, me pregunté por qué no se le ocurre a la gente usar coronas viendo lo bien que se ven. Sus ojos eran marrón oscuro o negros, y era muy guapo, el hombre más guapo que jamás había visto. Me estaba mirando directamente, y por la manera que me miraba supe que me conocía por completo y gustaba de mí.

Hasta ese punto en mi vida no había estado absolutamente seguro de que Dios gustaba de mí, pero me di cuenta que Jesús sí gustaba de mí, y ese conocimiento me ha reconfortado, hasta hoy. ¿No te gustaría saber que el Señor también gusta de ti?

La Palabra de Dios, la Biblia, nos dice que Dios nos amó tanto a todos, “que ha dado a Su Unigénito [la Palabra de Dios], para que todo aquel que en Él cree, no se pierda, más tenga vida eterna” (Juan 3:16). Esto quiere decir que si creemos en toda la Palabra de Dios, que es Jesús,1 entonces somos salvos, nacidos de nuevo del Espíritu, y en camino al Cielo. No se me había ocurrido que Jesús también gustaba de ciertas personas, aunque en Su Palabra es fácil ver que Jesús ama a unos y odia a otros.2 Una vez más, nunca se me había ocurrido que Dios gustaba de mí. Fue bueno y todavía es bueno saberlo. Si en algún tiempo te deja saber Él que gusta de ti, estoy seguro de que te aliviarás como me alivié yo, y todavía lo estoy, y tú como yo, tendrás más confianza para acercarte al trono de Dios y hablar con Él vía el Espíritu Santo.

En esta visión que tuve de Jesús había en Sus ojos una mirada de preocupación, como que me quería dar un aviso urgente. Yo no sabía lo que era. Comenzó a hablar conmigo pero sólo oía Su voz en intervalos. Era como si Él estuviera en la radio y alguien subía y bajaba el volumen una y otra vez mientras Él me hablaba, para que yo no entendiera nada. Aprendí más tarde que lo que le preocupaba era que yo no estaba comunicándome con Él mucho. Me quería avisar que la cosa más peligrosa del mundo es no comunicarse con Dios diariamente—orando siempre (Lc. 21:36, 2 Ts. 1:11) y orando sin cesar (1 Ts. 5:17). Lo que me decía el Señor era verdad. Casi no estaba leyendo la Palabra ni orando. No lo estaba buscando con todo mi corazón, toda mi alma, mente y fuerza a través de la Biblia, la Palabra de Dios, ni con mucho como Él nos manda hacer para nuestro bien.3

Cuando miré a Jesús, me di cuenta de lo cierto que es la Escritura que dice que Jesús nos conocía desde “antes de la fundación del mundo” (Ef. 1:4).4 Conocía todo acerca de nosotros, aún antes de estar en el vientre de nuestra madre; y Él conoce de antemano lo que haremos con la vida que nos da en este mundo. Su presencia me dejó saber estas cosas.

Jesús es judío, así como nos dice la Biblia.5 Yo soy judío. Mi padre era judío, y es discutible si mi madre lo era o no. Su padre se llamaba Torah.

Cuando primero vi al Señor en el espejo, pensé que había venido para llevarme con Él al Cielo. Me entusiasmé tanto. Sonreí de oreja a oreja, levanté mis brazos hacia Él, y dije, “¡Señor!” Estaba tan feliz. Pero extendió hacia mí Su mano sin huellas y dijo: “Todavía no.” Nunca había estado tan desilusionado en mi vida. El Cielo me parecía tan maravilloso. Era un lugar tan limpio, y libre de opresión y muerte. En el Cielo no existe el terrorismo, ni la iglesia anticristo de Roma, ni el gobierno anticristo, la bestia. No existen los medios informativos anticristo, ni la inmundicia, ni la tristeza, ni el pesar, ni el dolor, ni la muerte, ni desilusiones, ni mentirosos, ni ladrones o atracadores, ni maldiciones, adúlteros, ni fornicadores, ni violadores, ni homosexuales, ni lesbianas, ni abusadores de niños, ni la codicia, ni el celo, ni la imperfección, ni el abuso, ni el asesinato, ni la corrupción, ni la extorsión, ni la calumnia, ni victimas de difamación, ni palabras torcidas, ni enfermedades, ni dolencias, ni debilidades, ni dolor, ni sufrimiento, ni hambre, ni fuego, ni diluvios, ni desastres, ni agencias gubernamentales corrompidas o sistemas judiciales corrompidos, ni los que odian a Dios o a cualquier otro.6 Sólo se encuentra la felicidad, el gozo y el cariño. Uno permanece joven allí, hermosa o guapo. No existe ni la impureza ni el temor de nada; sólo paz y tranquilidad, sin más fastidios. El clima, el tiempo, siempre es perfecto. Quizás ahora puedes entender un poco por qué quedé tan desilusionado cuando el Señor extendió Su mano hacia mí, diciendo, “Todavía no.”

Por el breve instante que creía que iba a estar con Él, me entusiasmé tanto que me olvidé de todo el mundo, incluso de mi esposa, Susan, a quien amaba tanto. No podía pensar en ella ni en nadie más en el mundo. Antes de esta visión, temía que si jamás veía al Señor estaría aterrorizado. Pero al verlo, no hubo ningún temor, sólo el gran deseo de estar en el Cielo con Él. Parecía un hombre, pero al mirarlo me di cuenta que por cierto posea todo poder en el Cielo y en la tierra, y con facilidad. Jesús dijo, “Toda potestad me es dada en el Cielo y en la tierra” (Mt. 28:18). Me recuerdo de una Escritura en Job que dice, “He aquí, arrebatará; ¿quien le hará restituir? ¿Quién le dirá: ¿Qué haces?” (Job 9:12).

Susan y yo teníamos una congregación grande de Cristianos jóvenes, recién salvos, casi todos hippies, en la década de los 60; y me había envuelto tanto en la construcción, las compras, y en el arreglo de alojamientos para ellos que descuidé de la cosa más importante en el mundo, que es leer la Biblia y orar.

Jesús me estaba advirtiendo que terminaría en el Infierno y en el lago de fuego si no lo buscaba día y noche con todo mi corazón, toda mi alma, mente y fuerza.7 Me mostró que si no leía la Biblia ni oraba, ni enseñaba, ni predicaba lo que he aprendido, que millones de almas serían perdidas, y que yo sería responsable por todas esas almas en la barra de juicio de Dios al último día.8 Seremos responsables por todas las almas que hubiéramos podido ganar al Señor, pero que no ganamos por no obedecer a Jesús, la Palabra de Dios.9

Los de este mundo y los ministros que he escuchado no tienen ni idea que estamos en el fin del tiempo ahora mismo.10 Jesús explicó lo peligroso que es para la gente envolverse con la ficción religiosa. Y en realidad es como digo, “ficción.” Y la Biblia dice que la ciencia es, “falsamente llamada ciencia” (1 Ti. 6:20). La verdadera ciencia es: “En el principio creó Dios los cielos y la tierra. Y la tierra estaba desordenada y vacía, y las tinieblas estaban sobre la faz del abismo, y el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas. Y dijo Dios: Sea la luz; y fue la luz,” y luego lo demás de todo lo que fue creado por Su Palabra (Gn. 1:1-2:2).

De nuevo, la verdad y la realidad es que Dios está comenzando a derramar Su ira sobre este mundo. Pregúntenle a la gente en Nueva Orleáns, Indonesia, y muchos otros lugares del mundo. Recuerden, no hay tal persona como “la Madre Naturaleza.” No puedo creer que el mundo no pueda ver que Dios una vez destruyó el mundo con agua.11 Es un hecho comprobado. Es algo histórico. Y todavía cometen los mismos pecados que cometieron en los días de Noé. Las cosas están peores que nunca. Se amplificarán hasta que su peste alcance al Cielo. Dios el Padre y Su Palabra, Jesús, cuentan acerca de las cosas que acontecerán abruptamente. Nos dice que al fin del tiempo “habrá entonces gran tribulación, cual no la ha habido desde el principio del mundo hasta ahora, ni la habrá. Y si aquellos días no fuesen acortados, nadie sería salvo; mas por causa de los escogidos [nosotros que de verdad creemos en Dios], aquellos días serán acortados” (Mt. 24:21-22). Puedes mirar en el espejo, la Biblia, y ver por ti mismo.

Todas estas cosas comenzarán a acontecer, abruptamente y sin más aviso. Esta tierra será convertida en una pesadilla para aquellos que no han aceptado al Señor Jesucristo como su Salvador personal. Clamarán en terror, diciendo: ¿No pueden hacer algo la ciencia y las falsas religiones? ¿No pueden hacer algo el Presidente, los gobernadores, y los otros oficiales gubernamentales?” No, no podrán hacer nada. Estarán poniéndose a cubierto, así como el resto de la gente menos los Cristianos que han nacido de nuevo y están llenos del Espíritu. Nosotros gozaremos mientras los que han rechazado a Dios, el Hijo de Dios, y la misericordia de Dios, gritarán por temor del conocimiento que pronto se encontrarán en el Infierno y en el lago de fuego para siempre.

Jamás en la tierra han habido tantos falsos profetas y mentirosos como hoy.12 Los que no son salvos, los impíos, los perversos del mundo se han preparado para quemar. Lo sepan o no, ellos han rechazado la misericordia de Dios. Aunque algunos Cristianos sean los escogidos de Dios, la Biblia nos dice que el engaño de Satanás será tan convincente en los últimos días, que incluso los escogidos serían engañados, si fuese posible, y esa posibilidad sólo puede existir si los escogidos comienzan a creer al espíritu de Satanás.13 Tenemos que “resistid [a Satanás], y huirá de [nosotros]” (Stg. 4:7). Resistir significa luchar en la guerra espiritual, la batalla de palabras entre Dios y Satanás. Tenemos que pelear. La Biblia lo llama una batalla, una batalla entre la Palabra de Dios y las palabras de Satanás.
El Apóstol Pablo declaró que había peleado la buena batalla, había acabado la carrera con la Palabra de Dios (2 Ti. 4:7). Pablo dijo por el Espíritu que nosotros los Cristianos “no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes” (Ef. 6:12). Por eso es que el Señor me dio una visión de Sí Mismo en el espejo ovalado. Cristo me estaba mandando a vestir con toda la armadura de Dios. En otras palabras, vestirme con toda la Palabra de Dios, la Biblia. No la leas solamente; escudríñala. Es el espejo de Dios en el cual tienes que mirar, a fin de prepararte para el Cielo y ver si mides al nivel de Dios en la Palabra de Dios para poder entrar al Cielo o si serás un náufrago y pasarás la eternidad en el Infierno y el lago de fuego. Es nuestro espejo. Nunca aprenderás acerca de Dios ni de Su Hijo, Cristo Jesús, a menos que mires en el espejo, la Biblia. El espejo es “el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por [Cristo]” (Juan 14:6).

Estudia la Palabra de Dios tú mismo para ver si mides al nivel de Dios y puedas pasar la eternidad en el Reino de los Cielos. La Biblia también es la medida en el capítulo once de Apocalipsis, versículos 1-2. Nos dice que si no medimos al nivel de Dios por el Espíritu Santo, que seremos puestos afuera con los perdidos, los gentiles. El espejo nos muestra qué es pecado para poder arrepentirnos de él por la poderosa sangre de Jesús y el Espíritu Santo. Haciéndolo, nos alistamos para el Cielo. Este mundo es un vestidor para la eternidad. ¿Adónde pasarás la eternidad? ¿En el Cielo o en el Infierno? ¡Prepárate inmediatamente para encontrarte con el Señor, porque se acerca el fin del tiempo!14

El Apóstol Pablo, por el Espíritu Santo, le advierte a todos a armarse con la Palabra de Dios. Dice: “Por tanto, tomad toda la armadura de Dios [la Palabra de Dios], para que podáis resistir en el día malo, y habiendo acabado todo, estar firmes [sobreviviendo el gran fuego que quemará los mismos elementos]. Estad, pues, firmes, ceñidos vuestros lomos [con la correa o el cinturón de la verdad que es la Palabra de Dios abrochada alrededor de tu cintura]…y vestidos con la coraza de justicia [que sólo se puede obtener teniendo toda la Palabra de Dios en tu corazón, alma, mente y espíritu], y calzados los pies con el apresto del evangelio de la paz.” Esto significa estar firme en la Palabra de Dios, en las promesas de Dios. Además, tienes que tomar el escudo de la fe, que de nuevo es la Palabra de Dios, con que podrás apagar todos los dardos del maligno (Ef. 6:13-16).

Quizás te preguntas, ¿Qué es el escudo de la fe y cómo apagamos con él los dardos ardientes del maligno? Nuestro escudo de la fe es nuestras oraciones de fe a Dios, que están incorporadas en la Palabra de Dios. El Dios a quien oramos, es el único que puede extinguir todos los dardos ardientes y las llamas que sin duda vendrán contra nosotros. Dios promete que cuando le pedimos algo en oración, conforme a Su voluntad, que lo recibiremos.15

La Palabra de Dios nos enseña claramente: “Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá. Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá” (Mt. 7:7-8).

Las Escrituras respecto al tomar toda la armadura de Dios se encuentran en Efesios capítulo 6, versículos 17-18: “Y tomad el yelmo de la salvación [que significa conocer toda la Palabra de Dios, que es Cristo, y ponerse la mente de Cristo, que es una mente llena siempre con la Palabra de Dios para que nadie lo pueda engañar], y la espada del Espíritu, que [una vez más] es la Palabra de Dios; orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu, y velando en ello con toda perseverancia y súplica por todos los santos.” Lo hacemos por nuestro bien; porque si no lo hacemos, seremos náufragos, así como dijo el Apóstol Pablo que sería él mismo si no predicaba la Palabra de Dios.16 ¿Cómo podremos comunicarle a los perdidos del mundo el Evangelio, la Palabra de Dios, si nosotros mismos no estudiamos la Palabra lo suficiente para conocerla? Para poder conocer a Jesús, tenemos que conocer la Palabra, puesto que la Palabra es Jesús. Por tanto, no podemos predicar a Jesús la Palabra sin primero estudiar diligentemente toda la Palabra de Dios. Y ¿cómo jamás conocerá el mundo a Jesús, la Palabra de Dios, la Verdad, si los predicadores, los maestros, los evangelistas, los pastores, y los profetas no les son enviados? “¿Cómo, pues, invocarán [los del mundo] a Aquel [Jesús] en el cual no han creído? ¿Y cómo creerán en Aquel de quien no han oído? ¿Y cómo oirán sin haber quien les predique? ¿Y cómo predicarán sino fueren enviados? Como está escrito: ¡Cuán hermosos son los pies de los que anuncian la paz, de los que anuncian buenas nuevas!” (Ro. 10:14-15). No podemos ser salvos sin primero recibirlo a Él, la Palabra, porque está escrito: “Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en Su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios” (Jn. 1:12).

Dios exalta Su Palabra, la Biblia, sobre Su propio nombre (Sal. 138:2). Por eso, tenemos que engrandecer Su nombre más allá que el nuestro o cualquier otra cosa que apreciemos en este mundo. Es para nuestro bien exaltar la Palabra de Dios.

Me asombré al leer en el libro de Santiago que la Palabra de Dios, que de nuevo es Jesús, es el espejo en el cual tenemos que mirarnos para ver si nuestro reflejo es como Jesús. Si deseamos entrar al Cielo, tenemos que mirar en el espejo siempre para ver si reflejamos la misma imagen que refleja Jesús en nosotros por Su Palabra. Jesús se me apareció, no para adularme sino para enseñarme el significado de esta Escritura. No podemos mirar en el espejo para ver lo que somos y luego darle la espalda al espejo, olvidándonos de lo que somos o estamos supuestos ser (Stg. 1:24).

El libro de Salomón, Eclesiastés, dice a través del Espíritu Santo que en esta vida mortal que vivimos en este mundo, tenemos que temer a Dios y guardar Sus mandamientos: porque esto es el todo del hombre. Porque Dios traerá toda obra a juicio, juntamente con toda cosa encubierta, sea buena o sea mala (Ec. 12:13-14). Espero que después de haber leído mi experiencia sobrenatural, que hayas decidido recibir la Palabra de Dios, que es recibir a Jesús como tu Salvador personal. No vaciles ni un momento. Sé nacido de nuevo del Espíritu ahora mismo, diciendo esta oración:

Oración

Mi Señor y mi Dios, ten misericordia de mi alma pecadora.1 Yo creo que Jesucristo es el Hijo del Dios Viviente.2 Creo que Él murió en la cruz y derramó Su preciosa sangre por el perdón de todos mis pecados. 3 Creo que Dios resucitó a Jesús de entre los muertos por el poder del Espíritu Santo4 y que Él está sentado a la mano derecha de Dios en este momento, escuchando mi confesión de pecado y esta oración. 5 Abro la puerta de mi corazón, y Te invito en mi corazón Señor Jesús. 6 Lava todos mis pecados sucios en la preciosa sangre que Tú derramaste por mí en la cruz del Calvario. 7 Tú no me rechazarás, Señor Jesús; Tú perdonarás mis pecados y salvarás mi alma. Lo sé porque Tu Palabra, así lo dice. 8 Tu Palabra dice que Tú no rechazarás a nadie, y eso me incluye a mí.9 Por eso, sé que me has escuchado, sé que me has contestado, y sé que soy salvo.Por eso, sé que me has escuchado, sé que me has contestado, y sé que soy salvo.10 Y Te doy gracias, Señor Jesús, por salvar mi alma, y Te mostraré mi agradecimiento haciendo como Tú mandas y no pecar más. 11

Usted acaba de completar el primer paso en una serie de cinco pasos que se requieren para recibir la salvación. Su segundo paso es negarse a sí mismo y aceptar la cruz cada día con el propósito de mortificarse, es decir, para darle muerte a su propia voluntad, a su ser autosuficiente, y al mundo con todos sus deseos. Todos estos tienen que ser bautizados en la muerte de Cristo. El tercer paso es su resurrección de la vida satánica de Adán a la vida libre de pecados de Cristo. El cuarto paso es su ascensión a una posición de autoridad para reinar por Dios en la tierra, y el quinto paso es reinar por Dios en la tierra hasta el fin con el propósito de traer el reino del Cielo a la tierra. Usted tiene que aprender la Palabra de Dios, luego someterse y hacer lo que la Palabra dice, para que la Iglesia y el mundo puedan ver pruebas de su sumisión a la Palabra de Dios, Su orden, y Su autoridad en usted y por usted.
Alabado sea el Señor. Que Dios lo recompense abundantemente.

Pastor Mundial Tony Alamo


Literatura Alamo en español

Póngase en contacto con nosotros para más información o para literatura sobre otros temas que puedan ser de interés.

Tony Alamo Christian Ministries Worldwide
P. O. Box 2948
Hollywood, CA 90078

Línea telefónica de veinticuatro horas para oración e información: (661) 252-5686

Los Ministerios Cristianos Mundiales de Tony Alamo proporciona un lugar para vivir con todas las cosas necesarias para la vida a todos aquellos en nuestras localidades estadounidenses que verdaderamente quieren servir al Señor con todo su corazón, toda su alma, mente, y fuerza.

Servicios en la Ciudad de Nueva York cada martes a las 8 P.M. y en otras localizaciones cada noche.
Favor de llamar al (908) 937-5723 para más información.

COMIDAS SERVIDAS DESPUÉS DE CADA SERVICIO

Solicite el libro del Pastor Alamo titulado, El Mesías, que muestra a Cristo del Antiguo Testamento revelado en más de 333 profecías.

Conviértase en un trabajador en la cosecha de almas siendo un distribuidor de la literatura del Pastor Alamo.
Toda nuestra literatura y los mensajes de audio son gratuitos, incluyendo el envío.

ESTA LITERATURA LLEVA EL VERDADERO PLAN DE SALVACIÓN (Hch. 4:12). NO LA TIRE, PÁSELA A OTRO.

Aquéllos de ustedes que están en otros países, les animamos a que traduzcan esta literatura a su lengua materna. Si la reimprimen, favor de incluir este derecho reservado y registro:

© Propiedad literaria 1996, 2007, Todo derecho reservado Pastor Mundial Tony Alamo ® Registrado 1996, 2007
Tony Alamo Christian Ministries is a division of Music Square Church, Inc.


Notas del "El espejo ":vuelva arriba

1 Jn. 1:1, 14, 1 Jn. 1:1-3, Ap. 19:13 vuelva

2 Sal. 139:19-22, Pr. 6:16-19, 8:13, Is. 61:8, Am. 5:15, 21-23, 6:8, Zac. 8:17, Mal. 1:3, Mt. 6:24, Ro. 9:13, He. 1:9, Ap. 2:6, 15 vuelva

3 Dt. 6:5-9, 8:3, 17:18, Jos. 1:8, Sal. 1:1-2, 19:7-11, 78:1, 7-8, 119:9, Is. 34:16, Mt. 7:24-25, Jn. 6:63, 8:31-32, Ef. 5:26, 2 Ti.2:15, 3:15-16, Stg. 1:18-25, Ap. 1:3 vuelva

4 Is. 40:21, Mt. 25:34, Ef. 1:4-5, 11, Ap. 17:8 vuelva

5 Gn. 14:13, 22:18, 26:4, Mt.1:1-17, Jn. 4:9, He. 2:16 vuelva

6 Job 3:17, Is. 64:4, Mt. 6: 20, 1 Co. 6:9-10, 1 P. 1:4, Ap. 7:14-17, 21:1-4, 10-11, 18-27, 22:1-5 vuelva

7 Dt. 6:5-7, Pr. 1:24-26, Jos. 1:8, Jue. 2:17, 19-20, Sal. 1:1-3, Jer. 11:9-12, Mt. 5:13, 6:22, 24:12, 24, Mr. 4:7, 8:38, 13:22, Ap. 3:18 vuelva

8 Mt. 15:14, Mr. 10:51-52, Ro. 10:17, He. 11:1-6 vuelva

9 Ez. 3:18-20 vuelva

10 Sal. 102:25-27, Is. 24:19-20, 51:6, Mt. 5:18, Mr. 13:24-37, 2 P. 3:10-13, Ap. 20:11, 21:1 vuelva

11 Gn. 6:13, 17, Cap. 7, Mt. 24:38-39, 1 P. 3:20, 2 P. 2:5 vuelva

12 Mt. 24:3-5, 11, 23-24, 1 Ti. 4:1-3, 2 Ti. 4:3-4 vuelva

13 Mr. 13:5, 22 vuelva

14 Mt. 24:3, 14, 29-31, 35-39, Am. 4:12, Mt. 12:36-37, Ro. 14:11-12 vuelva

15 Mt. 7:7-8, Lc. 11:9-10, 1 Jn. 5:14-15 vuelva

16 1 Co. 9:16-17, 27 vuelva

vuelva arriba


Notas de la Oración:

1. Sal 51:5, Ro. 3:10-12, 23 vuelva

2. Mt. 26:63-64, 27:54, Lc. 1:30-33, Jn. 9:35-37, Ro. 1:3-4 vuelva

3. Hch. 4:12, 20:28, Ro. 3:25, 1 Jn. 1:7, Ap. 5:9 vuelva

4. Sal. 16:9-10, Mt. 28:5-7, Mr. 16:9, Jn. 2:19, 21, 10:17-18, 11:25, Hch. 2:24, 3:15, Ro. 8:11, 1 Co. 15:3-6 vuelva

5. Lc. 22:69, Hch. 2:25-36, He. 10:12-13 vuelva

6. Ro. 8:11, 1 Co. 3:16, Ap. 3:20 vuelva

7. Ef. 2:13-22, He. 9:22, 13:12, 20-21, 1 Jn. 1:7, Ap. 1:5, 7:14 Ef. 2:13-22, He. 9:22, 13:12, 20-21, 1 Jn. 1:7, Ap. 1:5, 7:14 vuelva

8. Mt. 26:28, Hch. 2:21, 4:12, Ef. 1:7, Col. 1:14 vuelva

9. Ro. 10:13, Stg. 4:2-3 vuelva

10. He. 11:6 vuelva

11. Jn. 8:11, 1 Co. 15:10, Ap. 7:14, 22:14 vuelva

vuelva arriba