HUESOS SECOS

Por Tony Alamo

Al Profeta Ezequiel del Antiguo Testamento se le envió una visión de Dios. Él vio un valle de huesos secos representando la muerte espiritual de Israel y del mundo. La visión predijo la primera venida de Cristo, Su predicación del evangelio, y el resultado, la primera resurrección de la muerte hacia la vida eterna para todos aquéllos que creen en la “Palabra de Jehová.”1

Dios le dijo a Ezequiel, “Hijo de hombre, ¿vivirán estos huesos? [¿Pueden vivir aquéllos que están muertos espiritualmente?].” Ezequiel dijo, Señor Jehová, Tú quien los ha creado sabes.2 Dios le habló otra vez al profeta, diciendo, “Profetiza sobre estos huesos, y diles: Huesos secos, oíd [la] Palabra de Jehová. Así ha dicho Jehová el Señor a estos huesos: He aquí, Yo hago entrar espíritu en vosotros, y viviréis.”3

Israel sabía que estaba completamente arruinado como una nación.4 Hasta este día ellos están divididos sin esperanza. Pero Dios le dijo a Ezequiel que Él iba a levantar otra nación más grande que el primer Israel, el cual no cesaba de pecar. El segundo Israel sería una gente de cada nación del mundo,5 un remanente de judíos escogidos y una multitud de gentiles injertados en la Vid Verdadera.6 Sería una gran y santa nación de aquéllos resucitados de la vida muerta del pecado hacia la vida eterna.7 Ellos nunca estarían divididos en contra de Dios. Esta era la primera resurrección a través del poder resucitador de Cristo.8

En 1964, antes de mi primera resurrección a través de Cristo, yo, Bernie Hoffman, también conocido como Tony Alamo, era bien conocido por pecar y por la impiedad, y estaba completamente vacío de cualquier conocimiento de Dios. No tenía ninguna idea de que Dios existía. Las palabras de Dios eran para mí fábulas y mitos, y yo no podía entender cómo la gente podía creer en Dios o en Su Hijo. Yo no podía creerles a los que decían que creían en Dios porque ellos eran hipócritas. Ellos pecaban tanto o más que yo. Lo sé porque yo andaba con ellos. Todos éramos un montón de huesos muertos y secos. Yo me enojaba si alguien trataba de convertirme a la Cristiandad porque para mí la Biblia era una pérdida de tiempo. La vida que yo vivía no me dejaba tiempo para los juegos ni para los cuentos de hadas.

En la industria de ventas, yo era considerado #1. Yo era responsable por las carreras exitosas de muchos cantantes y actores famosos del mundo, así como de las promociones exitosas de varios productos domésticos que son bien conocidos. Mi peor pesadilla en ese tiempo era la de ser convertido y distribuyendo folletitos evangélicos acerca de Jesús en las esquinas, viviendo en alguna misión de un barrio bajo, predicando el evangelio, y organizando filas para darle de comer a la gente con hambre.

En los plenos años de 1960, el mundo no me parecía tan bueno. No me gustaban las drogas ni la gente sucia con la moralidad de cerdos. Y odiaba lo que el movimiento hippie le estaba haciendo a Hollywood, a la calle Sunset, y al mundo. En cuanto a mí, yo no era ningún santo. En realidad no me importaba lo que hacía la gente en cuanto al pecar, con tal que no se mofaran de ello enfrente de las familias con niños. Para mí, el mundo estaba acabado, muerto, seco, detestable, y deprimente.9 En realidad nada ya tenía ningún valor. Yo creo que la otra gente del mundo lo sabía así como yo, y tomaban drogas para tratar de escapar la realidad de ello. Las iglesias eran hipócritas; todos también parecían saberlo. El mundo entero estaba muerto en sus pecados y delitos.10 El mundo era un valle enorme de huesos secos, tales como los que vio Ezequiel.11

Conocí a Jesús en una oficina de Beverly Hills de una manera muy sobrenatural. No es posible que alguien pueda imaginarse lo aterrorizado, y a la vez lo feliz que estaba cuando Dios me demostró que Él y Su Hijo verdaderamente existían. Yo estaba emocionado de experimentar Su Espíritu Santo imponente y de oír Su voz poderosa pasar sobre cada parte de mi cuerpo como si yo fuera un filtro en el que las palabras pasaban hacia adelante y hacia atrás. Su presencia era gloriosa y calurosa. Su Espíritu presionó grandemente sobre mí como el poderoso apretón de la mano de Dios. Y Sus palabras me dijeron, “Párate y háblale a la gente en este cuarto del Señor Jesucristo, y que Él va a regresar de nuevo a la tierra, o seguramente morirás.” Cuando Su Espíritu entró a la oficina y me apretó, me fue dado el conocimiento de Su inteligencia inexpresable e increíble.12 Él era cada átomo y molécula. Él era el aire. Él sabía todo lo pasado y todo lo que pasaría en el futuro.13 Yo estaba avergonzado porque sabía que Él sabía todo lo que yo jamás había hecho. Entonces, Él me enseñó que el Cielo y el Infierno definitivamente existen. Yo sabía a cuál iría si no hacía lo que Él decía...y no era el Cielo.

Aunque era aterrorizador para mí,14 también era maravilloso saber que Dios es real y vivo, y que El era todo lo que los profetas y los apóstoles habían dicho que Él era. Él no ha cambiado en absoluto desde los días en que Él creó los cielos, la tierra y todo lo que está en ellos.15 Yo supe inmediatamente que yo siempre le temería, lo admiraría, lo respetaría, lo amaría, y le serviría a Él. Yo sabía que yo estaría más que dispuesto a vivir, a ser perseguido, y a morir por Él, y hacerlo alegremente, con todo gozo.16

Después de que Dios me soltó de esa oficina, le empecé a preguntar, “¿Qué es lo que quieres que haga? Haré todo lo que digas.” No recibí ninguna respuesta, así que me imaginé que Él quería que yo fuera a la iglesia. Me imaginé que la más grande era la mejor; así que fui allí y no lo encontré. Luego, fui a otras iglesias, pero tampoco estaba allí. Entonces, leí libros con fotos en la portada de hombres que parecían sabios y piadosos, con barbas largas y vestiduras religiosas. Pero yo sabía que los libros estaban equivocados porque ellos decían que Dios no debería ser temido,17 que Dios no amenazaba a la gente, y que uno puede pecar sin ir al Infierno.18 Yo no estaba preocupado de un Dios así; yo me preocupaba de encontrar el Dios que me amenazó,19 el Dios que me enseñó el Cielo y el Infierno, forzándome a hacer algo que nadie más podía forzarme a hacer, algo que nunca había querido hacer.

Nunca pensé que la verdad podía ser encontrada en la Biblia porque había tantas por todas partes. Yo pensaba que cualquier cosa a la que el público en general aspiraba no podía ser inteligente, ya que yo creía que toda la gente era estúpida. Finalmente, empecé a leer la Biblia y encontré el plan de salvación en ella y las instrucciones para la vida eterna las cuales explicaron cómo crecer en Cristo y hacerse espiritualmente un gran ganador de almas para Él.20

Cuando primero empecé a leer la Biblia, sentí ese mismo poder de Dios presionando sobre mí que sentí en esa oficina de Beverly Hills. Luego, Dios me enseñó otras visiones del Cielo y del Infierno.21 Clamé a Dios, “¡Señor, no me mandes al Infierno!” Entonces vi al Cielo y sentí la paz del Cielo.22 Aunque yo estaba espiritualmente ciego, desnudo, y pequeño, le dije a Dios que yo estaría dispuesto a permanecer ciego, desnudo e insignificante si yo sólo pudiera sentir esta paz celestial para siempre. Vi el Infierno una vez más y de nuevo le clamé a Dios por misericordia y perdón. Luego el poder del Padre, del Hijo, y del Espíritu Santo entró en mi cuerpo mortal.23 Por mi fe en Jesús y la sangre que El dio por mí, y por mi fe en las Palabras de Dios que oí y obedecí,24 sentí cada pecado que jamás había cometido alzarse de mi alma.25 Me sentí limpio y puro.26 Algo muy maravilloso me había ocurrido, y fue hecho por y para mí por Cristo Jesús, “el Santo de Israel.”27 Yo estaba tan feliz de ser liberado del pecado y de poseer este nuevo poder el cual me impidió pecar que quería decirle al mundo entero para que ellos también pudieran conocerlo y tener la vida eterna.

Aún después de más de 31 años en el ministerio para Cristo, siento el tuétano espiritual derramarse del Cielo entre estos huesos una vez muy secos cada vez que leo la Biblia. La Palabra de Dios ha puesto tendones espirituales alrededor de estos huesos una vez secos, cubriéndolos con la carne y la piel de la armadura espiritual. Cada Palabra de Dios ha injertado a Cristo más dentro de mi corazón. Todavía puedo sentir cada Palabra de Dios soplando el aliento del Espíritu Santo dentro de mi alma, dándome el poder de permanecer firme y apagar todos los dardos de fuego que Satanás me ha disparado a través de los años. Yo sé más plenamente cada día que “somos más que vencedores” en Cristo Jesús,28 y “estáis completos en Él.”29 Y yo también sé lo importante que es seguir cada Palabra de Jesús, quien dijo, momentos antes de Su ascensión al Cielo en una nube, “Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.”30 (Predícale a cada hueso seco, aquéllos que están espiritualmente muertos para que ellos puedan “oíd [la] Palabra de Jehová.”31) “El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.”32

Si tú eres como yo, y prefieres no ser condenado, sino al contrario ser salvo, entonces dile esta oración a Dios:

Oración

Mi Señor y mi Dios, ten misericordia de mi alma pecadora.1 Yo creo que Jesucristo es el Hijo del Dios Viviente.2 Creo que Él murió en la cruz y derramó Su preciosa sangre por el perdón de todos mis pecados. 3 Creo que Dios resucitó a Jesús de entre los muertos por el poder del Espíritu Santo4 y que Él está sentado a la mano derecha de Dios en este momento, escuchando mi confesión de pecado y esta oración. 5 Abro la puerta de mi corazón, y Te invito en mi corazón Señor Jesús. 6 Lava todos mis pecados sucios en la preciosa sangre que Tú derramaste por mí en la cruz del Calvario. 7 Tú no me rechazarás, Señor Jesús; Tú perdonarás mis pecados y salvarás mi alma. Lo sé porque Tu Palabra, así lo dice. 8 Tu Palabra dice que Tú no rechazarás a nadie, y eso me incluye a mí.9 Por eso, sé que me has escuchado, sé que me has contestado, y sé que soy salvo.Por eso, sé que me has escuchado, sé que me has contestado, y sé que soy salvo.10 Y Te doy gracias, Señor Jesús, por salvar mi alma, y Te mostraré mi agradecimiento haciendo como Tú mandas y no pecar más. 11

Usted acaba de completar el primer paso en una serie de cinco pasos que se requieren para recibir la salvación. Su segundo paso es negarse a sí mismo y aceptar la cruz cada día con el propósito de mortificarse, es decir, para darle muerte a su propia voluntad, a su ser autosuficiente, y al mundo con todos sus deseos. Todos estos tienen que ser bautizados en la muerte de Cristo. El tercer paso es su resurrección de la vida satánica de Adán a la vida libre de pecados de Cristo. El cuarto paso es su ascensión a una posición de autoridad para reinar por Dios en la tierra, y el quinto paso es reinar por Dios en la tierra hasta el fin con el propósito de traer el reino del Cielo a la tierra. Usted tiene que aprender la Palabra de Dios, luego someterse y hacer lo que la Palabra dice, para que la Iglesia y el mundo puedan ver pruebas de su sumisión a la Palabra de Dios, Su orden, y Su autoridad en usted y por usted.
Alabado sea el Señor. Que Dios lo recompense abundantemente.

Pastor Mundial Tony Alamo


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Notas del "HUESOS SECOS":vuelva arriba

1 Ez. 36:1, 4 vuelva

2 Ez. 37:3 vuelva

3 Ez. 37:4-5 (arameo) vuelva

4 Ez. 37:11 vuelva

5 Gn. 17:4-16, 22:18, 26:4, 46:3, 48:19, 49:10, Ex. 19:6, 32:10, 1 P. 2:9-10, Jn. 11:51-52, Hch. 10:34-35, Ef. 1:10, Ap. 5:9, 14:6, He. 8:8-12, Sal. 22:27, Is. 2:2 y muchas más vuelva

6 Jn. 15:1, Ro. 11:17, 19, 23, 24, Ap. 7:4 vuelva

7 1 P. 2:9 vuelva

8 Ap. 20:5-6, Col. 2:12, 3:1, Ro. 15:12, 1 Co. 15:15, 16, 1 Ts. 4:16 vuelva

9 Mt. 13:39, cap. 24, 1 Co. 15:24, He. 9:26, 1 P. 4:7 vuelva

10 Ef. 2:1, 5, Col. 2:13 vuelva

11 Ez. 37:1 vuelva

12 1 S. 2:3, Nm. 24:16, 1 Co. 1:25, 2:16, 3:19, Sal. 32:8, Job 21:22, Pr. 2:6, 3:20, 9:10, Lc. 1:77, Ro. 11:33, 2 Co. 4:6 vuelva

13 Sal. 44:21, 1 Jn. 3:20, 1 Co. 3:20, Sal. 94:11, Is. 46:9-10, Ap. 21:6, 22:13 vuelva

14 2 Co. 5:11, Gn. 35:5, Jer. 32:21, Job 31:23, Lv. 26:16, Ez. 32:32 vuelva

15 Mal. 3:6, He. 13:8, Gn. 1:1, Hch. 4:24 vuelva

16 Sal. 5:11, 35:19, Jn. 16:33, Ro. 12:8, 15:13, Hch 2:28, 20:24, Is. 51:11, 61:10, 2 Co. 8:12 vuelva

17 Gn. 22:12, Sal. 112:1, Pr. 13:13, 14:16, 28:14, 31:30, Ec. 7:18 vuelva

18 Pr. 8:36, Ez. 18:2, 4, Ap. 19:20, 20:10, 14, 15, 21:8 vuelva

19 Gn. 2:17, 6:7, 9, 13, Ex. 20:5, 34:7, 32:33, Mt. 8:12, 22:13, Ap. 20:15, 2:5, 16, 22-23, 3:3, Mr. 16:16, Ez. 3:18, 18:20 vuelva

20 Jn. 4:35-36, 15:5, 8, 15-16, Ap. 14:18 vuelva

21 Hch. 7:55-56, Lc. 16:22-31, Ap. 4:1-11, 15:1-4, 21:2-5, 10-27, 22:1-5, Is. 5:14, 14:9, Ap. 14:10-11, 20:10 vuelva

22 Ro. 5:1, Ef. 2:14, Fil. 4:7, Col. 3:15, 1 Ts. 5:23, 2 Ts. 3:16 vuelva

23 2 Co. 6:16, 1 P. 2:5, Lv. 26:11-12, Jn. 14:16, 1 Jn. 3:24 vuelva

24 Hab. 2:4, Mt. 17:20, Lc. 7:50, Hch. 20:21, 26:18, Ro. 1:17, 3:28, 5:2, 10:17, 11:20, Gá. 2:16, 3:11, Ef. 2:8, 3:17, He. 10:38 vuelva

25 Mr. 14:24, Jn. 6:53, Hch. 20:28, Ro. 3:25, 5:9, Ef. 1:7, 2:13, Col. 1:14, 20, He. 9:12, 14, 22, 1 P. 1:18-19, Ap. 1:5, 5:9 vuelva

26 1 Jn. 1:7, He. 10:19-22, Ap. 1:5, 7:14 vuelva

27 Sal. 89:18, Hch. 3:13-14 vuelva

28 Ro. 8:37, 1 Jn. 4:3-4 vuelva

29 Col. 2:10 vuelva

30 Mr. 16:15, Lc. 14:23 vuelva

31 Ez. 37:4, 2 R. 20:16, Is. 1:10, Jer. 2:4 vuelva

32 Mr. 16:16, 2 Ts. 2:12 vuelva

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Notas de la Oración:

1. Sal 51:5, Ro. 3:10-12, 23 vuelva

2. Mt. 26:63-64, 27:54, Lc. 1:30-33, Jn. 9:35-37, Ro. 1:3-4 vuelva

3. Hch. 4:12, 20:28, Ro. 3:25, 1 Jn. 1:7, Ap. 5:9 vuelva

4. Sal. 16:9-10, Mt. 28:5-7, Mr. 16:9, Jn. 2:19, 21, 10:17-18, 11:25, Hch. 2:24, 3:15, Ro. 8:11, 1 Co. 15:3-6 vuelva

5. Lc. 22:69, Hch. 2:25-36, He. 10:12-13 vuelva

6. Ro. 8:11, 1 Co. 3:16, Ap. 3:20 vuelva

7. Ef. 2:13-22, He. 9:22, 13:12, 20-21, 1 Jn. 1:7, Ap. 1:5, 7:14 Ef. 2:13-22, He. 9:22, 13:12, 20-21, 1 Jn. 1:7, Ap. 1:5, 7:14 vuelva

8. Mt. 26:28, Hch. 2:21, 4:12, Ef. 1:7, Col. 1:14 vuelva

9. Ro. 10:13, Stg. 4:2-3 vuelva

10. He. 11:6 vuelva

11. Jn. 8:11, 1 Co. 15:10, Ap. 7:14, 22:14 vuelva

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